lunes, 24 de noviembre de 2008

Gene Hackman

¿Quién no se acuerda de los Hickory Huskers? Paso de analizarla críticamente porque no puedo, solo puedo hacer un encomio sentimental. La última vez que la vi vivía en Estados Unidos y tenía tan poco que hacer que me enganché al viejo canal de reposiciones, la vi tres veces en el mismo día, y al día siguiente hice lo mismo con El Club de los Cinco. Así que, me da igual si solventa bien o no los tópicos sobre los que sustenta parte de la energía narrativa, si el ritmo fílmico es o no es el adecuado, si los personajes están bien desarrollados, si el final es decepcionante o no, parece que siempre que algo termina bien es exagerado y poco creíble. A mí me gusta como empieza, como sigue y como termina, y como termina me gusta dos veces, porque ganan y me gusta que ganen, me gusta tragarme de vez en cuando una de esas películas sobre el sempiterno sueño americano que, en realidad, tiene más de universal que de americano. Hay frases que tengo en la memoria, o escenas, como cuando llegan al estadio de la final y miden la canasta, cuando los hombres de la comunidad visitan al entrenador, cuando el tirador se entrena en una vieja canasta en la granja o cuando Gene Hackman y Barbara Hershey hablan en medio de la meseta del medio oeste. Dennis Hopper borracho, Gene Hackman cabreado, el chaval que tiraba los tiros libres "a la cuchara." Para mí es la mejor película sobre baloncesto, aunque tampoco recuerdo muchas, la de los blancos que no saben meterla, la de un chaval joven y enclenque que se enamoraba de una chica que le ayudaba a leer Moby Dick, la de Whoopi Goldberg entrenando a los Knicks, una en la que Nick Nolte se iba a buscar a Shaquille O'Neal para ficharlo para su universidad, la de Michael Jordan y el demonio de Tasmania, la de Forrester y el trasunto de Salinger interpretado por Sean Connery, la del perro que vuela, la de Leo di Caprio que dirán lo que dirán, y tendría música de PJ Harvey, de Pearl Jam, de Soundgarden y de lo que sea pero a mí me pareció un bodrio... No conozco muchas más, y la mejor, de manera caprichosa y personal, me sigue pareciendo Hoosiers. Aquella última vez que la vi, mientras vivía en Estados Unidos, me entraron ganas de jugar al baloncesto. Al día siguiente por la tarde, le pedí permiso al bedel de infantil para coger un balón y tirar unos tiros en la cancha del colegio. A los cinco minutos, se me acercó un muchacho de una de mis clases, tendría diez años, no me acuerdo como se llamaba, Conor, Gable, Bayley, algo así. Empezamos pasándonos la pelota para tirar, después vacilamos con el uno a uno, y cuando jugábamos a imaginarnos la última canasta, empezó a regatearme mientras gritaba, Hickory pierde por uno, Jimmy tiene la pelotaaa, dribla a izquierda, dribla a derecha, lanzaaa, y, claro, no es una peli, aunque me aparté falló, pero yo cogí el rebote, lanzé la bola a tablero, y grité: ¡Y Jimmy encesta para Hickory! y los dos empezamos a correr por la cancha celebrándolo, hasta que nos dimos cuenta de que, aunque fuera con una sonrisa, la señora Winchel nos estaba mirando desde la puerta.

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