martes, 28 de abril de 2009

Josu Amutio


Ya he dicho alguna vez que corro. Llegué a correr, durante un periodo bastante sano de mi vida, unos once kilómetros al día durante cinco días a la semana. A veces, más. Joder, sí que estaba en forma entonces. Dejé de fumar y cuidé mi alimentación. Después, me fui a vivir a los Estados Unidos, y volví a fumar pero cuidé aún más mi alimentación. Corría unos ocho kilómetros todos y cada uno de los días, desde casa hasta Moorehead Park y volver. Un día, cansado de no poder ir por culpa de la nieve y el hielo, salí a dar vueltas por la acera del barrio a cuatro grados bajo cero. Los vecinos me miraban desde la ventana y en la cuesta que llevaba a la colina del museo, me resbalé y me metí tal o…tia que salí corriendo y volví cojeando. Desde ahí, desde que volví, todo ha ido a menos: vuelvo a fumar demasiado, paso mucho tiempo frente al ordenador, y me volví perezoso. Poco a poco, intento recuperar la forma y hay semanas que parece que lo voy a conseguir pero otras vuelvo a frenarme en seco y tengo que volver al principio. De todas formas, no está mal lo que hago ahora para todo lo que he perdido (y el peso que he ganado): dos días mínimo, tres muchas veces, corriendo mis once kilómetros.
Se ha puesto de moda esto de correr. Está bien. Me parece cojonudo que la gente haga deporte, o ejercicio, llámalo como quieras. Cada uno sale a su ritmo y vuelve a casa cuando puede o cuando quiere. Somos muchos los “domingueros” que puedes encontrarte corriendo por el borde de la ría. También hay “flipados” que se pican y se empeñan en adelantarte como si eso fuera lo mismo que ganar una medalla en las olimpiadas. Entre mis viejos amigos, hoy compañeros de grada, y conocidos, hay muchos que ya llevan tiempo trabajando los gemelos. Si quieres conocer las hazañas de los Álvaro, Josema y Maiztegi, o de los Mitxel, Jaco, Piru, Iñaki, Cosme y demás, pincha aquí porMaratones. ¿Se lo toman en serio, verdad? No, o relativamente, pero lo viven con una naturalidad saludable y con un empeño más que loable.
En fin, a lo que iba. Creo que también aquí conté en su día que solo una vez he corrido una carrera organizada: la Herri Krosa de Bilbao. Me comen la cabeza para que tome parte en otras, sobre todo en la Behobia-San Sebastián, que es como el Gorbea para los montañeros (esto también lo he contado antes, ¿no?) y yo me hago el sueco, o el sordo, o me invento excusas aunque prometo que algún día lo haré. Este fin de semana, tres de los que listaba antes, corrieron la media maratón de Bilbao. Tiempos magníficos para los tres, cada uno en su nivel, sobre todo para el primero de la lista que aparte de unirme el parentesco, me une a él la admiración que siento por su fuerza de voluntad y su capacidad de sufrimiento. Josu Amutio no ganó ese día, pero es un especialista en ganar pruebas populares. Cuando corrí la Herri Krosa, pasó a mi lado, pero en dirección contraria, cuando yo iba, él volvía, con una zancada gloriosa, ligera y elegante como el pedaleo de Gianni Bugno. Corre sobrado, erguido, sin peso y, a veces, me han dicho, sigue corriendo cuando ha terminado la prueba. No sé si se ha dedicado o se dedicará a esto de manera profesional, no sé su palmarés, ni su edad ni si pertenece a un club ni qué piensa de sí mismo como atleta si es que piensa en esas cosas. Habrá muchos mejores que él, igual que somos miles los que corremos menos que él, pero bueno, a mí su zancada aquel día me dio una envidia tan sana que cuando voy corriendo y, por caprichos del destino, me siento liviano y suelto, me grito al cuello de la camisa: ¡vamos Amutio, vamos!

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