domingo, 7 de junio de 2009

Hristo Stoitchkov


Voy a contar una anécdota sobre el búlgaro, pero, antes, una pregunta: ¿de qué maldito mundial estoy hablando? Soy muy malo para las fechas, pero bueno, eso es lo de menos. El caso es que era un mundial, o durante un mundial que Stoitchkov jugó con la selección de su país. Al parecer, estaba lesionado, o, al menos, renqueante. A menudo, jugaba infiltrado y apenas entrenaba. La mayor parte del tiempo la ocupaba en recibir masajes. La selección búlgara coincidía con la española en el hotel de concentración. El masajista búlgaro, se ve que un tipo con educación, le preguntó a Stoitchkov que cómo se saludaba en castellano. El hombre se cruzaba todos los días con periodistas y colegas españoles por los pasillos y quería poder saludarles. Hristo asentía con la cabeza, muy buena idea, le debía decir, mientras el inocente masajista sonreía y le sobaba los gemelos. Ahora aquí ejerzo la ficción porque no recuerdo exactamente lo que el simpático Stoitchkov le sugirió a su compatriota, pero lo que fuera no fue muy distinto a lo que yo me invento. Hristo, siempre dado al chascarrillo, le explicó a su masajista que una forma muy popular de saludar en castellano era ¡cabrón, joputa! Así que nos imaginamos al masajista, al cerrar la puerta de su habitación, repitiéndose para sí mismo, tratando de memorizar, en un murmullo, cabrónjoputa, cabrónjoputa, y al bajar a recepción se encuentra con el corresponsal del as y con una sonrisa de oreja a oreja le grita cabrónjoputa, y sigue su camino tan complacido y orgulloso.
Posdata: es una anécdota, y todas las anécdotas tienen de ciertas una parte y de mentira la otra mitad, cuando, además, lo cuenta alguien que ni estuvo allí ni lo escuchó de los protagonistas. Pero, no sé por qué, me lo creo.

No hay comentarios: