jueves, 11 de febrero de 2010

Armodios Vovos


Corre el rumor de que el constructor griego se aburre con su juguete de baloncesto. Heredó la empresa de su padre y se dedicó a hacerse más rico aún y así cumplir sus sueños de pilotar. Llegó a ganar el Rally Acrópolis y hasta consiguió un punto en el Mundial. Pero también quería pilotar un equipo de baloncesto y se hizo con Maroussi BC, un equipo que algunos periodistas llaman fantasma porque comparte el OAKA y no va ni dios a verles. Juegan en un estadio inmenso donde se reunen 500 fanáticos y, al parecer, Vovos ya no se divierte desde el palco. ¿Estoy siendo demasiado irónico? El caso es que el quipo que descubrió a Yannakis como gran entrenador (un subcampeonato de liga y finalista de Copa), ya ganó una Copa Saporta de la mano de Vangelis Alexandris, con un equipo donde destacaban Jimmy Oliver, Ashraf Amaya o Vasco Evtimov. Un año más tarde debutaba el jovencísimo Spanoulis. En esos años de Yannakis, en los de Alexandris y en los demás, Maroussi siempre ha contado con grandes jugadores como John Korfas (algún día hablaremos de él), Boudouris, Diamantopoulos, Koronios, Mavrokefalidis, Henry Turner, Danya Abrams, Chris Thomas, Roderick Blakney, Andy Toolson, Renaldas Seibutis, Pat Burke, Michael Koch, Blagota Sekulic, Branko Milisavljevic o Nikolay Padius.
La vuelta de tuerca ha llegado este año, con los rumores sobre los deseos de Vovos. El equipo ha respondido con una tenacidad propia de grandes jugadores, ganando a los dos grandes equipos griegos en menos de una semana, a unos en la máxima competición europea (dando lugar al ya famoso momento párking de Obradovic y los aficionados) y a otros en la doméstica. El equipo que ahora dirije Bartzokas (antes ayudante de Yannakis) cuenta en sus filas con un puñado de jugadores laboriosos como el ya nombrado Diamantopoulos, Pat Calathes, el alemán Arigbabu, Billy Keys, Levon Kendall, Stevan Nadjfeji o el hombre que más mofas sin sentido se ganó en la ACB, Michalis Pelekanos que está promediando más de 7 puntos por partido en la Euroliga.
Puede que en meses estén todos en la calle (o en el mercado, vamos, que en el deporte todo se hace a cubierto) pero al menos habrán llegado hasta ahí con orgullo, para alegría de una afición... prácticamente virtual.

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