domingo, 11 de abril de 2010

Tony McCoy


Hoy me había puesto el despertador pero me he olvidado de un pequeño detalle: aún no le había cambiado la hora al reloj, así que me he levantado una hora más tarde. Cuatro días almorzando en el Pret A Manger me han dejado un poco desnortado. He seguido la Vuelta al País Vasco por internet y poco más. El resto ha sido ser un turista más paseando por Regent Street. Pocas cosas deportivas que contar. Vimos a los habituales disfrutar con los goles del Manchester United hasta que dejaron de hacerlo y gritaron como locos en aquel pub del Soho cuando metió gol Fernando Torres. Por cierto, que le vimos en el metro si no fuera porque no era él, pero cómo se parecía el chico de los tatuajes y la música hardcoreta. A los que sí nos encontramos, con gafas de espejo y bien repeinados, fue a los juveniles del Parma paseando por Piccadilly. Y cerca del Ritz compré The Times en un quiosco para enterarme de los cuatro goles de Messi al Arsenal. La prensa inglesa se deshacía en elogios hacia el pequeño delantero argentino, se ve que ellos no habían desgastado aún esos adjetivos. El último día, mientras desayunábamos, nos despertamos con la noticia del avión del presidente polaco y poco después pasaron a anunciar el tiempo, con una sección especial para analizar cómo iba a hacer durante el Gran National. Todo un acontecimiento para ellos y por ello, las portadas de los periódicos hoy se abren con fotos del jinete Tony McCoy cabalgando sobre "Don't Push It" para llevarse la victoria en Aintree. También se preocupaban por el Master de Augusta. ¡Me enteré de lo de Clemente, eso sí! Y anoche me dio tiempo a ver como de nuevo Messi y Xavi y los demás daban un golpe de efecto a la liga. Hoy volveré a la rutina del partido dominical de las cinco pero aún con el cambio de hora en el estómago, ansioso por encontrar un Pret A Manger donde poder comprar un sandwich de beicon frío y un zumo de naranja recién exprimido. No sé por dónde transcurrirá la Maratón de Londres, de la que los ingleses están muy orgullosos, por cierto, con foto y referencia y todo en lo alto del Tower Bridge, pero yo me la he hecho en cuatro días a pata. Ahora, habrá que volver a correr para librarse de los donuts, las muffins y las mousses. Es lo que tiene, cada vez cuesta más, nos hacemos mayores, aunque, como Christopher Horner, y como el vino, no hay que perder la ilusión.

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