lunes, 19 de julio de 2010

Alberto Iñurrategi


Mikel Zabalza, Juan Vallejo y Alberto Iñurrategi pusieron una pica en Flandes hace un par de días. En realidad, lo que hicieron fue poner un pie en la cima del Broad Peak, lo que comúnmente se conoce como hollar, pero han hecho historia así que no queda mal utilizar un lenguaje épico e histórico más propio de batallas decimonónicas. Lo que han conseguido es que, por primera vez en la historia del alpinismo, una expedición vasca abra una vía original. Si las hazañas de los Oiarzabal, Juanjo San Sebastián, Félix Iñurrategi, Edurne Pasaban y muchos otros ya habían ayudado a que el alpinismo tuviera su versión en euskera, el logro de estos tres bravos alpinistas le pone la guinda al pastel. Y no fue una aventura sencilla. Tardaron, por poner un ejemplo, 10 horas en recorrer los últimos 300 metros, y necesitaron otras dos para cubrir la explanada de la cima. Necesitaron cinco horas para superar 50 metros de desnivel. La nieve les cubría hasta la cintura y tuvieron que bajar a base de rápeles. Pero eso no era suficiente para un Alberto Iñurrategi que, conseguidos los 14 ocho miles, sigue poniéndose retos que no hacen más que engrandecer su figura como deportista y la épica de este deporte. Sin comer ni beber, sin apenas dormir, sin la compañía de Vallejo y Zabalza, Alberto hizo otras dos cumbres por distintas vías a la misma montaña, una de ellas, de nuevo, de más de ocho mil metros. Según cuenta Fernando J. Pérez, su ritmo era más fuerte que el de alpinistas descansados, bien comidos y bien bebidos. No me puedo imaginar la satisfacción que sentiría cuando regresó al campo base. No me la puedo imaginar, porque quizá no le diera tiempo ni a sentirla. El cansancio le obligará a que pasen unos días para que reconozca la osadía y el valor de su aventura. Sin duda alguna, un aplauso para los tres montañeros.

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