lunes, 21 de mayo de 2012

Matteo Rabottini



La etapa que se ha llevado es de las que crean afición. Mejor que la de Bert Dietz y Laurent Jalabert, Miguel Indurain y Luc Leblanc o el campeonato de España de Manuel Fernández Ginés y Abraham Olano, solo por nombrar los primeros que me vienen a la cabeza. Ya hay discusiones por algunos foros para determinar si Joaquim se dejó ganar o no. Unos dicen que está claro que sí, otros dicen que está claro que no, yo, como siempre, me quedo a medio camino. Creo que, probablemente, Joaquim no diera todo lo que tenía dentro en el sprint, pero también estoy seguro de que no frenó para nada cuando alcanzó a Rabottini y éste, que venía de una larguísima fuga y sufría el aliento de sus perseguidores atrás, no se amilanó, le pilló la rueda y aún tuvo fuerzas para aguantar el ritmo de maglia rosa del catalán y disputarle el esprint por poco disputado que fuera.
Yo, que nunca llevo, me quito el sombrero ante este joven italiano de maillot cegador y aspecto sosegado. El tío respiraba con los labios encogidos cuando aún quedaban cincuenta kilómetros, pero administró sus fuerzas tan bien como en la etapa anterior lo hizo Jan Barta, aunque al checo le gusta más el teatro que al de los Abruzzo.
Por ahora, está siendo un Giro de nuevos nombres, nombres secundarios y muchos detalles. De los que gustan a los aficionados. Y sería aún mejor si los líderes, los cabezas de cartel, las grandes estrellas tuvieran un puntito más de fuerza. Digo lo de los nuevos nombres porque, aunque para algunos aficionados ya eran conocidos, este Giro está empezando a descubrir nuevos valores como Adriano Malori, Ramunas Navardauskas, Taylor Phinney, Alessandro de Marchi, Jan Barta, Michal Golas, Matteo Rabottini, Tom Jelte Slagter, Jesse Sergent, Manuele Boaro, Geoffrey Soupe, Arnaud Demare, Cesare Benedetti, Sergio Henao, Fabio Felline, Giacomo Nizzolo, Daniel Schorn, Martijn Keizer, Andreiy Amador, Sonny Colbrelli, Alexander Kristoff o Brian Bulgac. Muchos de ellos serán habituales en los titulares de las secciones de ciclismo de los próximos años. Y digo lo de los nombres secundarios porque, hasta ahora, lo que más llama la atención al cuidadoso espectador televisivo es la cara de circunstancias de Damiano Caruso, el empeño de Sylvester Szmyd, la coordinación de ballet clásico entre Losada, Dani Moreno y el líder, como Paolo Tiralongo tira de Roman Kreuzinger, como Txurruka y Bruseghin siempre hacen de exploradores, y Cunego de explorador desorientado... Y no solo hablo de los gregarios, también de esos corredores que saben que tienen difícil alcanzar el triunfo final pero hasta ahora están siendo los verdaderos protagonistas: la desesperada necesidad de protagonismo de José Rujano, los empellones de rodador de Ryder Hesjedal, el aventurismo momentáneo de Gianluca Bambrilla, el talento en frasco pequeño de Domenico Pozzovivo, la terquedad de Miguel Ángel Rubiano, la resistencia activa de Beñat Intxausti o Mikel Nieve... Por ahora, los Basso, Scarponi o Kreuzinger se han visto oscurecidos por los actores secundarios, a excepción de Joaquim Rodríguez, que nunca esconde nada.
Por último, digo también que está siendo el giro de los detalles. Detalles como los caretos que le ponía De Marchi a Amador cuando lo atrapó o las bocanadas histriónicas de Jan Barta cuando aceleraba, un checo desconocido hasta entonces para la mayoría (este año ya había ganado la Vuelta a Colonia) que parecia homenajear a Thomas Voeckler con su variedad de recursos histriónicos. Detalles como la ya comentada parsimonia de Rabottini, las ordenes de Joaquim a Vicioso, el gesto impertérrito de Damiano Caruso, los vaivenes de Roberto Ferrari, las muchas caídas, los malos rollos de Mark Cavendish (y sus aparentes malas tretas cuando se empina la carretera), los cambios de maglia, la severa debilidad de Navardauskas, y, por supuesto, los eternos recorridos de los organizadores del Giro que no se piensan dos veces si el suelo está en buenas condiciones o entran dos corredores en grupo por el estrecho pasadizo. Sin ir más lejos, este va siendo un giro donde ganó una etapa un Costarricense y se puso de líder un canadiense. Un giro que por ahora, y si obviamos al bueno e inteligente de Bak que hablará su propia lengua escandinava, se ha convertido en una lucha entre las lenguas romances y las lenguas germánicas. Por ahora, ganan los primeros por ocho a seis gracias a las victorias de un colombiano, un costarricense, dos españoles y cuatro italianos por tres victorias inglesas, una australiana y dos americanas, aunque una haya sido en grupo.

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