domingo, 7 de abril de 2013

Ray Jackson



¿Por qué Ray Jackson? Bueno, a los que les guste el baloncesto universitario americano seguro que recorren pronto el camino que ha seguido mi enfermizo pensamiento hasta llegar a esa asociación de ideas. Pero tampoco es tan complicada. Y menos aún si seguís, que probablemente no lo haréis, yo tampoco, la prensa deportiva americana. Pero quien lo haga sabrá que, últimamente, periodistas con buena memoria, están aprovechado el éxito de los Wolverines para acordarse de aquellos Fab Five que convirtieron el baloncesto en Michigan en algo más que un juego de equipo con un balón naranja. Los Fab Five eran puro espectáculo, no ganaron la NCAA, pero aún se les recuerda como la mayor acumulación de talento en un solo equipo. Los cinco salieron de titulares en la mayoría de los partidos y acumularon el mayor tanto por ciento de puntos del equipo. Eran Jalen Rose, Chris Webber, Jimmy King, Juwan Howard y Ray Jackson. Jackson fue el único que no llegó a jugar en la NBA, y le costó aceptarlo, pero ahora está reconfortado con su vida personal, para consolarle un poco más, le dedico el titular de la entrada. No le hace falta, pero da igual. 
No tardaron en hacerse profesionales y después llegó el escándalo a Michigan. Si queréis saber más sobre eso, investigad a Ed Martin, o repasad la biografía del ahora entrenador de San Diego, Steve Fisher, o, incluso, la de Louis Bullock. 
En cualquier caso, y a lo que vamos, ahora corren mejores tiempo para los Wolverines. Y vuelven a ser un equipo con varios jugadores relevantes que han conseguido colarse en la gran final de la NCAA 2013. Para ello, derrotaron a Syracuse y su defensa zonal. Los chicos de Jim Boenheim lo intentaron hasta el final, y resistieron, sobre todo, gracias a C.J. Fair, pero no pudieron aguantar hasta la victoria. Esta vez, Trey Burke no rindió a la altura a la que tiene acostumbrado a sus fans, pero, en su lugar, trabajaron a destajo y metieron las canastas otros compañeros, tanto titulares (Tim Hardaway Jr, Glenn Robinson III y Mitch McGary) como suplentes (Caris LeVert, Spike Albrecht). Jugarán su primera final desde 1989. 
Y lo harán ante la Louisville de Rick Pitino... y Kevin Ware. Por supuesto, el escolta de los Cardinals sigue teniendo tanto protagonistas como sus compañeros sanos. El espíritu Ware es ya un recurso como cualquier otro para decorar las crónicas de los partidos. Les costó una barbaridad hacerse con el partido. Russ Smith no acababa de carburar (aunque acabó con 21 puntos), y tuvieron que esperar hasta que explotara Luke Hancock, hasta que Tim Henderson se marcara dos triples espectaculares para confirmar una victoria con la que Pitino y Louisville regresan a lo más alto. Chane Behanan hizo el resto con su buen trabajo por dentro, Peyton Siva añadió defensa y entre todos compesaron el flojísimo partido de Wayne Blackshear. Su victoria supone el final de la bonita historia de la universidad de Wichita State. Los Shockers se han llevado el reconocimiento y la admiración de aficionados de todo el mundo, y no solo por su programa de baloncesto, si no porque no muchas universidades públicas consiguen llegar tan arriba. Wichita State representa la educación pública de alto nivel, con un programa educativo que crece cada año y que cada año gana mayor reputación para esta universidad. Así, jugadores como Cleanthony Early, que trabajaba en una fábrica de bombillas, representan un aspecto del baloncesto universitario distinto al que generalmente representa la imagen de la NCAA. Los chicos de Gregg Marshall han llegado hasta la puerta de la final y se merecen que sus nombres aparezcan bien subrayados en todos los resúmenes de esta temporada. Precisamente Cleanthony Early fue el mejor del equipo en el último partido de su gran temporada (24 puntos y 10 rebotes), pero también volvió a mostrarse tremendamente regular el pivot Carl Hall (13 puntos y 5 rebotes). Falló la inspiración de su mejor hombre durante la temporada regular, un Malcolm Armstead que se quedó en un 1 de 10 en tiros de campo y que no se explicaba al final del partido lo que podía haber ocurrido. Da igual, no olvidarán esta temporada y Gregg Marshall ya se ha apresurado en afirmar que la temporada que viene seguirán luchando para conseguir el mismo rendimiento.
Así que, ya no queda nada. En unas horas, el Georgia Dome de Atlanta recibirá a los Wolverines y a los Cardinals para decidir si el título se va para Ann Arbor, Michigan, o para Louisville, Kentucky. Supongo que lo contaremos aquí. Y supongo que Ray Jackson no se lo perderá.

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