viernes, 31 de mayo de 2013

Juanlu Gómez



Por razones personales, el 26 de Mayo de 2013 no fue un día muy feliz para mí. Y no hablo de San Mamés, hablo de algo más importante y trágico que no tiene sitio en este blog. Aunque, porque todo en esta vida parece estar conectado, también guarda algo de relación con la despedida de La Catedral, y, por ello, la fecha en que la Liga de fútbol profesional despidió a uno de los estadios más veteranos y representativos del fútbol europeo (no creo que le quede grande el adjetivo) siempre quedará unida en mi memoria íntima a un domingo gris, triste y lento, en el que los minutos parecieron contarse por segundos, y los segundos se aplaudieron con una nostalgia más emotiva y lóngeva que lo que alcanza a representar nuestra percepción más trivial y empírica.
También quedó unida a Juan Luis Gómez, jugador del Levante, quien se convirtió, gracias a su gol en los minutos finales, en el último futbolista en disfrutar de la emoción que debe provocar ver como un balón que tú has golpeado por última vez entra en esas porterías que han visto más de un millar de partidos oficiales. He leído que, además, este veterano jugador malagueño que ya ha pasado por un buen montón de equipos (Almería, Alicante, Numancia, Betis, Albacete, Osasuna, Córdoba...) es un especialista en esto de marcar goles que acaban por proporcionarle un hueco en la historia: el gol del ascenso del Levante, el primero en Europa del equipo valenciano, el último en San Mamés... El último en San Mamés. 
No lo será, porque aún quedan dos partidos. El próximo domingo, el filial del club vizcaíno se enfrentará al filial del club valenciano ("en esta vida todo parece estar conectado") en la liguilla de ascenso de Segunda B, y, unos pocos días después, el primer equipo honrará la memoria del centenario césped bilbaíno con un partido amistoso ante un combinado formado por jugadores vizcaínos y que entrenarán Txetxu Rojo e Iñaki Sáez, dos exjugadores del Athletic Club. En esos 180 minutos de juego, algunos, los que no pudimos despedirnos el pasado domingo, intentaremos recrear nuestra propia y personal despedida del estadio, y, de paso, calculo que sería mucho infortunio que nadie consiguiera emular a Juanlu. Eso sí, el andaluz se mantendrá como el último jugador profesional en marcar un gol en primera división y en San Mamés. Igual que ("en esta vida todo parece estar conectado"... y además tener un curioso sentido del humor) Fernando Llorente quedará como el último jugador en marcar con la camiseta del Athletic y en las mismas condiciones. 
Durante los días previos al pasado domingo, la prensa intentó, cada uno con su propio estilo, celebrar la despedida con respeto y boato. En algunos periódicos, incluso se le dio cancha a la memoria personal de los hinchas, todas aquellas personas anónimas que, durante tantos años, se han confundido entre otras iguales o parecidas, para conformar, entre todas, lo que se ha intentado describir con calificativos proverbiales y románticos. Todos los que hemos tenido la suerte de participar del ambiente de ese estadio, ya sea en días históricos o en otros más terrenales, sabemos qué hay de extraordinario y qué de extremado en esas reuniones coloridas y apasionadas. 
Yo tengo mis propios recuerdos, memorias intangibles que no se borrarán nunca pero que han ido transformándose con el paso del tiempo. Memorias invernales, un tanto difusas por el efecto de excitantes ajenos al fútbol; memorias más sobrias y reposadas, pero igual de emotivas, que incluso guardan relación con la gente que me acompañaba más que con los futbolistas que perseguían la pelota ahí abajo. Memorias de días lluviosos y soleados, de victorias y derrotas, de expresiones exacerbadas que el raciocinio te invita a rechazar pero el corazón traiciona y siempre vence a la razón. Memorias encajadas en un viejo estadio de hormingón armado que pronto desaparecerá y con él, quizás no desaparezcan nunca los recuerdos. 
En mi humilde opinión, despedir San Mamés con una derrota y con una cerrada ovación en la que los protagonistas fueron todas las personas que desde la grada arrojaron su pasión en un arranque clamoroso y sincero no deja de ser un franco y sensato homenaje a cómo entiendo yo este club y las emociones que me provoca:  un sentimiento que perdura y prevalece sobre el disgusto más que sobre el júbilo, una ligazón conmovedora y enigmática que se ennoblece y se engrandece cuando medra más que retrocede ante el fracaso y la contrariedad, un ejercicio continuo en la esperanza más utópica y la unidad más desprendida y delicada. Más compleja, y a la vez, incluso cuando duele, más fértil y lucrativa. 
Por eso, aunque me pasara aquel domingo a las puertas de un tanatorio, viendo como un grupo de emigrantes jugaban al futbito entre risas, palabras que no reconocía, y camisetas de muchos equipos europeos pero ninguna de franjas rojas y blancas, San Mamés y el Athletic, aunque a veces no lo entienda y mi cerebro quiera impugnarlo, siempre estarán conmigo, se derriben sus cimientos o vacilen sus valores. Aunque sea yo el que vacile, o el que intente derribarlos.

viernes, 24 de mayo de 2013

Vincenzo Nibali



Lo tiene ya ahí que lo toca con las puntas de los dedos. El tiburón del estrecho, el canibali, el que fuera gregario de Basso, obzecado luchador de clásicas que siempre le evitaban, la promesa de Ferretti que iba de gallo con los veteranos... ya lo tiene ahí, casi nada, entre la nieve lo ve, nieve que hoy le ha echado una mano, aunque viendo cómo subía ayer en Polsa, casi que no le hacía falta ninguna ayuda. 
Los puntillosos dirán que nunca se sabrá que podría haber pasado si se suben el Stelvio y el Gavia, como se recordará siempre la caída de Igor Antón cuando se recuerde su victoria en la Vuelta a España. Pero algunos, los que responden a los puntillosos, recordarán cómo llovía y aún así le sacó un minuto a Samuel Sánchez en Polsa o como también él tuvo que frenar y esperar a Basso bajando del Mortirolo. 
Ya no es una joven promesa. Tiene 28 años. El domingo, si la Las Tres Cimas de Lavaredo (allí donde el Tarangu agrandó su nombre aún más) no son el escenario de una hecatombe del de Messina, añadirá un Giro, que ya rozó en otras ocasiones, a su palmarés, y volverá a encumbrar su nombre a lo más alto de la lista de campeones ciclistas, una lista en la que estuvo antes, de la que se empezó a caer en 2011 a pesar de su pódium en el Giro (y debido a su séptimo puesto en la Vuelta), y al que comenzó a regresar el año pasado con su buen Tour de Francia.
Desde que aún siendo amateur realizara una gran contrarreloj en el mundial amateur de Verona y Giancarlo Ferretti se encaprichara con él, Nibali ha sido siempre una promesa en ciernes que iba sumando resultados poco a poco, demostrando que es un hombre para carreras de tres semanas, pero sin la visibilidad y la relevancia de otros corredores más explosivos, más espectaculares. 
Ayer, eso sí, verle subir las rampas finales de Polsa mientras brillaba la luz sobre el asfalto húmedo fue todo un espectáculo, aunque el pobre Samuel Sánchez no lo pudiera disfrutar. Fabio Duarte entró vomitando, y Nibali con un brazo en alto. Quizás, pongámonos ñoños, viéndolo tan cerca se acordó de los días en los que su padre Salvatore le inoculaba la pasión por el ciclismo. Duarte no creo que se acordara de nada, simplemente le sentó fatal el esfuerzo o quizás el pastelito de arroz.
Con este corre su quinto Giro de Italia. Antes ha sido 2º en 2011 y 3º en 2010. En las otras dos ediciones que corrió quedó entre los veinte primeros, 19º en 2007 y 11º en 2008. Tres veces ha corrido el Tour, en 2008 fue 20º, en 2009 fue 7º y el año pasado 3º. En la Vuelta a España consiguió su primera, y hasta la fecha, única victoria en una grande, fue 1º en 2010, en la que también era su primera participación. Al año siguiente, quiso defender el primer puesto, pero se tuvo que conformar con el 7º. Es decir, en resumen, sin contar lo de este año, ha corrido nueve vueltas de las consideradas grandes y nunca ha quedado por debajo del vigésimo puesto, ha conseguido cuatro pódiums de nueve y uno de ellos lo consiguió ocupando el primer cajón. Si con 28 años eso no es suficiente para considerarte uno de los mejores corredores de vueltas de tres semanas del panorama actual, no sé quién va a serlo entonces. 
Y su palmarés no se queda ahí. También ha ganado el Giro del Trentino (2008 y 2013), la Tirreno-Adriático (2012 y 2013), el Giro de Toscana, el Giro de los Apeninos, el Ciudad de Camaiore, el Trofeo Melinda, el Gran Premio de Plouay y las generales del Tour de San Luis y de la Vuelta a Eslovenia. Sin las grandes tampoco sería un palmarés rutilante, pero lo repito, nació en 1984, ha mejorado contra el reloj, y no era malo antes, baja mejor que muchos otros favoritos, es constante y sólido en las subidas, y, una vez más, nació en 1984. No sé si en sus piernas habrá un Tour, otra Vuelta, algún Giro más, empezando por el de este año que aún no lo ha conseguido, pero creo que lo que si le queda es el derecho a que se le considere entre los favoritos. Incluso, me atrevo a decir, puede que hasta en sus fibrosas piernas sicilianas haya una gran clásica, y hasta una gran classicissima. Se verá. Tiempo le queda para intentarlo.
Sobre el resto del Giro igual hablamos cuando los partes meteorológicos dejen de ser protagonistas y pasen a serlo los estrados encarnados que coloquen en Brescia.
 

Matjaz Smodis



Está la ACB que arde, la NBA que explota, pero uno, que tiene de ordenado y coherente lo que Rafa Vecina de base (es decir, el alma, pero no el cuerpo), se decide por la liga de Eslovenia. 
Y es que se van terminando las cosas, las temporadas se cierran, se acerca el verano, y comienzan los rumores, las despedidas, las bienvenidas, las ruedas de prensa, las portadas, los desfiles de representantes y los festivales de verano, que no tiene nada que ver, pero también comienzan. 
Ya se pregunta la gente que a dónde irá Nacho Martín, se comentan los emeuvepés, se habla de fichajes uruguayos en Bilbao, de regresos rusos a Europa, de griegos barbudos que aspiran a doblar su ficha, se venden entradas para ver a Jrue Holiday en directo (y a Isaac Brock, yo por éste sí que voy a pagar), de leyendas en proceso y de pagarés sin fondo. De todo un poco. 
Ludovic Vaty, en su mejor temporada, y a los 24 años, tiene que dejarlo por problemas cardíacos. Y con mucho corazón, y si ningún problema de salud, también decide terminar un grande del baloncesto contemporáneo, aunque a veces pasara desapercibido, incluso en los partidos en los que alcanzaba dobles figuras: Matjaz Smodis. Es que hasta el nombre sonaba bien: SSSSMODISSSS. El típico nombre que juegas con tus amigos, te pones a hacer el gilipollas, lanzas un triple a la remangillé y en un alarde de originalidad, gritas primero: !quedan tres segundos, Smodis con la pelota, unooooo, dooos, treeees.... SSSSMODISSSS! Sí, yo creo que me ha pasado a mí, y apuesto a que a algún otro también. 
Pues se retira Smodis. A los 33 años. 
Y alguno dirá: ¿pero seguía jugando?
Pues sí, lo hacía en el Krka Novo Mesto de su país, Eslovenia, donde precisamente empezó allá por 1994. Con el equipo de Novo Mesto creció desde las ligares menores eslovenas hasta hacerlo campeón en la temporada 1999-2000, tras la cual dio el salto a Italia. De la mano de Ivan Sunara, croata que llegara a ser medalla de bronce en Los Ángeles 84 con Yugoslavia, Smodis fue uno de los principales artífices de aquel gran triunfo, pero no el único, otros como Simon Petrov o Dragisa Drobnjak ya jugaban en aquel equipo que acabó con muchos años de triunfos del Olimpija, primero Smelt, luego Union. Desde entonces, ambos se han repartido los títulos con excepción de una temporada, la de 2006-2007 cuando el Helios Domzale de Dario Krejic y Smiljan Pavic dio la sorpresa. Eso sí, los últimos cuatro años consecutivos la victoria ha sido para el Krka Novo Mesto que, este año, el cuarto que se proclama campeón y no se cansa, ha dirigido en el tramo final de la liga Gasper Potocnik, ayudado por Simon Petrov, exjugador que se retiraba, precisamente, para pasarse a la dirección técnica, después de que substituyeran a Aleksander Sekulic. Smiljan Pavic, Jakov Vladovic, Jaka Klobucar, Jeremie Anderson o Domen Lorbek son algunos de los nombres más representativos de la actual plantilla, pero, sobre todos ellos, ha destacado Smodis, que ha conseguido cerrar su carrera de manera brillantísima con el título de liga y una actuación portentosa (a la sazón, MVP de las finales). En el último partido, el que dio la victoria a los hombres de Potocnik, Smodis se despidió del baloncesto profesional con 21 puntos, 5 de 6 en tiros de dos y 3 de 4 en triples. 
Entre el comienzo y el final de su carrera en Eslovenia, Smodis se hizo con un nombre y una reputación en ciudades tan dispares como Bolonia y Moscú. En Italia, empezó a destacar con buenos números en Euroliga, se llamara el equipo Kinder, Virtus, Skipper o Climamio, fuese Virtus o Fortitudo, porque jugó en ambos rivales. En Moscú, los mejoró, aunque sus últimas temporadas se vieron lastradas por las lesiones. Buenos porcetajes de tiro, mano para el triple, buen defensor... su palmarés es más amplio que mi currículo: Ligas en eslovenia (dos), Italia (dos) y Rusia (cinco), copas en los dos últimos, 2 en Italia y otro par en Rusia y, sobre todo, tres Euroligas: en 2001, 2006 y 2008. La primera con los italianos, la segunda y la tercera con el CSKA de Moscú. En las dos primeras, además, consiguió la triple corona: liga, copa y Euroliga. 
Y, por cierto, que no lo he dicho, antes de volver al KRKA Novo Mesto, jugó un tiempo en el Cedevita de Zagreb con quien ganó la Copa de Croacia el año pasado y le nombraron MVP de la competición.
Sin duda, sus mejores recuerdos quedarán unidos a esos tres grandes triunfos en Europa. Primero, para dolor de la afición baskonista, la de aquel año de 2001 en el que la máxima competición europea se desdobló. Por un lado, el Maccabi de Tel Aviv de Arriel McDonald, Anthony Parker, Nate Huffman y Radislav Curcic ganaba al Panathinaikos de Dejan Bodiroga, Antonis Fotsis, Zeljko Rebraca, Pat Burke, Nando Gentile, Darryl Middleton, Michael Koch o Jony Rogers (casi nada) la que se llamó la Suproliga. Por el otro lado, Bolonia acababa con la ilusión de la ciudad de Vitoria-Gasteiz, a pesar del mate de Timinskas y de la gran temporada de Elmer Bennett. Manu Ginobili, bien acompañado de Antoine Rigaudeau, Rashard Griffith, Marko Jaric, David Andersen o el propio Smodis, fue demasiado para Victor Alexander, Luis Scola, Saulius Stombergas, Fabricio Oberto y los que ya he nombrado antes. 
Su segunda Euroliga la consiguió ya vistiendo de rojo. Fue en 2006, y aunque Smodis realizo un buen partido, 12 puntos y 8 rebotes, Theodoros Papaloukas se llevó toda la gloria en un equipo en el que también destacaban David Vanterpool, J.R. Holden, Aleksey Savrasenko y Trajan Langdon. Entre todos ellos, se bastaron para derrotar al Maccabi de Tel Aviv de Jamie Arnold, Kirk Penney, Willie Solomon, Nikola Vujcic, Maceo Baston y Anthony Parker. Al año siguiente, 2007, Dimitris Diamantidis y Zeljko Obradovic no les permitieron repetir título, pero un año más tarde, y en Madrid, volverían a dejar al Maccabi Tel Aviv con un palmo de narices, y sin compasión: 77-91 marcador final. También para lamento baskonista, ya que los rusos les eliminaron en semifinales, con una buena actuación colectiva, hasta cinco jugadores superaron los diez puntos (y Langdon, a la postre MVP, se quedó en 9). Smodis, con 14 puntos y 6 rebotes, fue uno de los responsables de que el gran partido de Igor Rakocevic, Zoran Planinic y Tiago Splitter no sirviera de nada. En la final, tampoco la actuación estelar de Will Bynum y el empeño de Esteban Batista sirvieron de mucho. De nuevo, el colectivo ruso arraso, con los mismos jugadores alcanzando doble dígitos y Trajan Langdon uniéndose a la fiesta por todo lo alto con 21 puntos y 7 rebotes. Smodis mantuvo su habitual línea regular en los grandes partidos: 13 puntos y 8 rebotes. 
¿Un detalle? Esas tres Euroligas las ganó de la mano de Ettore Messina. ¿Una lástima? Antes de fichar por el Cedevita, con quienes, además de ganar la copa, llegó a jugar la final four de la Eurocup, se rumoreó sobre un posible interés en su fichaje de equipos ACB como Unicaja o Barcelona, no se cumplió. ¿Un deseo? Me imagino que quizás aún le quede uno: retirarse en este próximo europeo con su última participación con Eslovenia. Veremos si es así, pero, sin ello y sin duda, se merecía un espacio en este blog, tanto como probablemente, aunque sea por otras razones, lo merezcan Paul George y Lebron James, o Vassilis Spanoulis, o Thomas Heurtel o quien sea, pero, es lo que tiene no tener criterio ni ganas de tenerlo, pero sí tener un blog aunque, últimamente, haya sido como no tenerlo. 
A falta de otra cosa que no sean tributos en el youtube, y que no se me enfade Smodis, siempre es buena cualquier oportunidad para recordar el mate de Timinskas, ¿que no? Creo que hasta hay una página de facebook con ese nombre:




domingo, 12 de mayo de 2013

Manuel Almunia



Ayer por la noche, nos reíamos. Luego, nos pusimos serios. Hablábamos de esto, de lo otro. Alguien dijo que no entendía muy bien la pasión que levantaba el fútbol. Entre otras torpes razones que buscamos los que si lo sentimos, aunque no nos paremos a intentar entenderlo, para explicarlo como pudimos, recurrimos a la justificación de que muchas veces, el fútbol es algo más que el fútbol. Va unido a gente a la que echas de menos, a tiempos que añoras, o a otros por los que suspiras. Hoy, por ejemplo, ha ocurrido algo de eso. El equipo del que soy socio se jugaba sus opciones de playoff en casa, con cinco mil personas en la grada, un gran ambiente y mucha ilusión. Una porción de ella, estaba en otro campo. Las cosas no iban bien. El otro candidato ganaba. Nosotros empatábamos. Los ataques eran desesperados y la esperanza menguaba. Menguaba. Y en el minuto noventa y tres un penalty, no me preguntes si existió o no, nos ha dado el gol que ha traído la victoria y que ha alargado la ilusión una semana más. Es un deporte. Es una competición. Pero, en el futuro, recordarás ese día: el sol sobre el césped, el colorido de la grada, la algarabía de los niños, y, sobre todo, los compañeros de fila, los abrazos, las caras, los comentarios, la esperanza y la desesperación compartidas entre todos. La próxima vez que me pregunten lo mismo un sábado de fiesta quizás me acuerde de este día, por muy poco que suponga en la inmensidad del universo futbolístico.  
Pues si eso ha pasado en el humilde campo del pueblo donde vivo, ni saber quiero cómo estarán aún celebrándolo algunos en Watford, una ciudad a unos treinta kilómetros al norte de Londres. Y es que la segunda división inglesa, o First Division o The Football League, o como quiera que se llame ahora, está que arde, con varios equipos inmersos en la lucha por el ascenso, en conseguir la última plaza para acompañar a Cardiff City y a Hull City como nuevos equipos de la Premier League. Los galeses del Cardiff City lo consiguieron ya hace tiempo, devolviendo al equipo a la máxima categoría cincuenta años después. Dicen que ahora el Everton se plantea fichar a su entrenador, Malky Mackay para corregir la pérdida de David Moyes. Mientras que los del Hull City tuvieron que esperar a ver por televisión como Watford y Leeds United empataban para desatar el júbilo. 
Tal y como está organizada la competición, los dos primeros de los veinticuatro equipos que disputan la liga suben de manera directa. Los otros cuatro que quedan entre los seis primeros disputan un playoff tras el que solo uno, el que gane el partido final a un único partido que se disputa en Wembley, compartirá la alegría que ya se vivió en Cardiff y Hull. Watford, que acabó tercero, Brighton & Hove Alvion, cuarto, Crystal Palace y Leicester City, quinto y sexto, acabaron en las posiciones para disputar el playoff. Watford contra Leicester City y Brighton contra Crystal Palace. 
La eliminatoria entre el Crystal Palace y el Brighton de Gustavo Poyet, donde juegan los españoles Bruno Sartor, Andrea Orlandi, Iñigo Calderón, Vicente Rodríguez y David López, amén del ex del Almería Leo Ulloa, está a la espera del partido de vuelta. En el de ida, empataron a cero. En la final de Wembley se encontrarán con el Watford que preside el italiano Raffaelle Riva y dirige su compatriota Gianfranco Zola.  Un equipo internacional, con jugadores ingleses, escoceses, suizos, irlandeses, cameruneses, checos, ganeses, italianos, brasileños, galeses, jamaicanos, suecos, belgas, franceses y un español. Un navarro de Iruña que empezó en el Oberena para acabar con pasaporte británico y una larga carrera en las islas. El exportero de la cantera del Osasuna, el Cartagonova, el Sabadell, el Eibar, el Recreativo, el Albacete, el Arsenal (8 temporadas y algo más de 100 partidos en la Premier) y el West Ham juega ahora a los órdenes de Zola y este mismo fin de semana se ha convertido en un ídolo para la afición de su equipo. 
Si yo y mis compañeros de fila estallábamos de júbilo en el descuento de un partido de segunda b para conseguir clasificarse para el playoff de ascenso a segunda división, imagínate la excitación y la tensión que podía existir en las circunstancias que han llevado a Almunia a convertirse en un héroe. 
El Watford perdió 1-0 en el partido de ida en Leicester. En el de vuelta, el checo Matej Vydra adelantó a los de Zola, pero David Nugent empató para el Leicester City. En el segundo tiempo, Vydra volvió a adelantar al Watford pero el 2-1 no servía por el valor doble de los goles en campo contrario. En el descuento, la afición del Watford veía como sus ilusiones se desvanecían cuando el árbitro señalaba un penalty en contra de su equipo. Anthony Knockaert se plantaba delante de los once metros dispuesto a acabar con la eliminatoria cuando el marcador ya corría por el minuto 96. Sin embargo, Almunia no solo acertaba a parar el penalty, si no que, a bocajarro, volvía a detener el rechace que caía a los pies de Knockaert y, su despeje, para rizar el rizo y hacer posible lo imposible y, de paso, el delirio de su afición, caía a los pies de un compañero que se lanzaba poseído al ataque para crear una jugada icomprensiblemente perfecta que terminaba con un pase letal a los pies de Troy Deeney que no desaprochaba la oportunidad para saborear la gloria. Un final casi tan increíble como aquel que hizo llorar a todo Munich. 
Seguro que si, dentro de unos años, a alguien del Watford le preguntan lo mismo que me preguntaron a mí ayer, seguro que se acuerda de Manolo Almunia, como yo me acordaré de Joseba Arriaga y como me acuerdo, por todo lo contrario, de Radamel Falcao y de Toni Doblas, y alguien del Leicester City igual se acuerda también de Manolo Almunia aunque su recuerdo sea triste pero igual de trascendente. Y por eso el fútbol levanta pasiones. Pasiones que te hacen llorar: a veces de pena, y otras, las menos para algunos, de alegría.

viernes, 10 de mayo de 2013

Alex Ferguson



Me juego el cuello: hasta a mi madre le sonará la noticia. Si no han hablado hoy de ello en el Sálvame, es porque quizás lo dejan para el Sálvame Deluxe. Que se retira Sir Alexander Chapman Ferguson. Aunque, que se retira, es un eufemismo, porque creo que seguirá como General Manager del Manchester United, y la sombra de los Managers siempre es muy General. Pero, en cualquier caso, ponerle fin a 26 años consecutivos en un puesto de trabajo es algo que casi que no ocurre ya ni en la administración pública. Y, en el fútbol, y más aún en esto que ahora llaman fútbol moderno, menos. 
Empezar a entrenar a un equipo en 1986 y dejar de hacerlo en 2013, se merece ocupar las portadas de todos los periódicos... deportivos y generalistas. Más aún cuando lo has hecho entrenando a un equipo con el que has conseguido 38 títulos (13 Ligas, 5 FA Cups, 4 Copas de la Liga, 2 Champions, 1 Copa de Campeones, 1 FIFA World Cup, 1 Supercopa de la UEFA, 1 Copa Intercontinental y 10 Supercopas de Inglaterra). De paso, superas a una leyenda del club, Matt Busby, que había dirgido al club durante 24 años consecutivos, ganando 5 Ligas, 2 FA Cups y 1 Recopa. También escocés, por cierto, aunque no de Govan, zona portuaria de Glasgow, cerca de Ibrox, donde aún se llena el campo aunque los Rangers ya no jueguen en primera. En Govan nació Ferguson, y Kenny Dalglish creció animando a los Rangers cuando a los quince años su familia se mudó allí (sorprendentemente, acabaría jugando ocho años en los rivales del Celtic, y luego más de diez con el Liverpool, a los que también ha entrenado durante siete años).
También podría apostar a que todo esto ya lo sabíais. Y mucho más que sabéis. Más que yo.
Pero yo me aburro hoy.
Y me he puesto a pensar. ¿Tan raro es esto de entrenar a un mismo equipo durante tantos años consecutivos? Y lo es. 
En cualquier caso, entre la memoria, la wikipedia, el google y la invención, me he acordado de unos cuantos ejemplos que, en parte, demuestran que, aunque sean bastantes, sigue siendo raro esto de durar tanto tiempo en un mismo puesto de trabajo, sea en el fútbol moderno, el antiguo, o el baloncesto en blanco o negro o pixelado.
Haberlos haylos. 
Y así he pasado la tarde.

El caso de Alex Ferguson es quizás el más llamativo por los resultados, porque por sus manos han pasado Ruud Van Nistelroy, David Beckham, Cristiano Ronaldo, Ryan Giggs, Roy Keane, Eric Cantona, Wayne Rooney, Peter Schmeichel y tantos otros, y por ese halo legendario contemporáneo que se ha ganado el equipo de Manchester. Pero no es el único.
Precisamente, los rumores, que van más rápido que la luz (de hecho, creo que acaba de confirmarse, puede que hasta firmarse), apuntan a que su substituto puede ser el entrenador del Everton, David Moyes. Y Moyes lleva once años seguidos entrenando al equipo de Liverpool. No es poco. Aunque Arsene Wenger, el francés, lleva 17 años seguidos viviendo en Londres para entrenar al Arsenal. Se escucha que ésta puede ser su última temporada.
Hay otros casos, permítaseme decirlo, un pelín más exóticos o humildes (Nanne Bergstrand lleva desde 2003 entrenando al mismo equipo en Suecia, Pekka Lyyski desde el 2002 en Finlandia y Pablo Correa desde el 2000 en Francia). Yuri Khodykin subió en 2005 al Bendery a la Primera división de Moldavia. Había empezado a entrenarlo en 1999 y aún está en ello. Y en la modesta liga de Irlanda del Norte, el caso de Ronnie McFall es ejemplar: casi a la par que Alex Ferguson, el mismo año, firmaba él por el Portadown. Allí sigue.
Toda una vida en el Werder Bremen lleva Thomas Schaaf, que entrena al primer equipo desde 1999. Sigue haciéndolo, y antes de eso, se pasó 17 años jugando al fútbol en el mismo equipo y entrenando en categorías inferiores para los verdiblancos del Weserstadion.Un histórico del fútbol ucraniano, Valery Lobanovskiy, hizo aún más grande al Dinamo de Kiev: lo entrenó de 1974 a 1990 y volvió en 1997 para dejarlo nuevamente en 2002. En Holanda, el Heerenveen subió a primera y acabó jugando la Champions de la mano de Foppe de Haan. De Haan, que ahora trabaja con las categorías inferiores tras dejar de ser seleccionador de la isla polinésica de Tuvalu, trabajó para el club de 1985 a 2004, siendo primer entrenador desde 1992. 
Sin embargo, hay muchos más casos que yo desconozco o no recuerdo (o no me he tomado la molestia de averiguarlo). El más paradigmático, en todo caso, es el del francés Guy Roux, toda una institución en el Auxerre. Empezó a entrenar al equipo en 1961, cuando estaba en Tercera división, y dejó de hacerlo en 2005, en Primera, y habiendo ganado una liga y cuatro copas. En todos esos años, se tomó unas vacaciones en la temporada 2000-2001. No extraña que hasta tuviera un moñigote en Los Guiñoles franceses.

En el otro fútbol, el americano, son menos los casos, pero los hay. Actualmente, solo Bill Belichick, que lleva 13 años con los New England Patriots en la NFL, podría aspirar, y parece complicado, a emular al escocés Ferguson. Tom Landry, pero hace ya muchos años, entrenó a los Dallas Cowboys de 1960 a 1988 e incluso antes, Curly Lambeau entrenó a los Green Bay Packers de 1919 a 1949. Otros ejemplos serían los de Don Shula, 26 años en los Miami Dolphins, o Chuck Noll, 20 años en los Pittsburgh Steelers.

Otro juego con pelota, pero esta bota más, es el baloncesto. Y también hay entrenadores, y también los hay longevos y comprometidos con un club. Y el club con ellos. 
En Europa habría unos cuantos casos, pero por citar algunos, empecemos por España, y por la fidelidad que tanto el club, hablo del Real Madrid, como alguno de sus antiguos entrenadores, tenían por los primeros proyectos baloncestísticos: Pedro Ferrándiz, que además fue algo más que entrenador, se encargó de dirigir al Real Madrid en distintas épocas, de 1959 a 1962, de 1964 a 1965, y, finalmente,de 1966 a 1975. Lolo Sainz incluso le batió: fue entrenador del Real Madrid, también ocupó otros cargos, de 1975 a 1989. Luego, también duró bastante como seleccionador español, de 1993 a 2001, pero no consiguió superar el número de años consecutivos que estuvo Antonio Díaz Miguel como máximo responsable de la selección Española de baloncesto: de 1965 a 1992. Justo en el histórico rival del equipo madrileño, Aíto García Reneses, que ahora entrena al Cajasol sevillano, también ocupó un espacio casi vitalicio y versátil dentro del club. No solo fue entrenador (fue mánager general de 1990 a 1992), pero cuando lo fue, y lo fue en tres periodos distintos, acabó por acumular un buen puñado de años: de 1985 a 1990, de 1992 a 1997 (durante un tiempo oficialmente fue segundo entrenador, pasando a ser primero Quim Costa, aunque, si no recuerdo mal, no había más razón que la de evitar las ruedas de prensa), y de 1998 a 2001. Como él, otros entrenadores europeos también guardaron una relación tan celosa con un club: Alexander Gomelsky entrenó al CSKA de Moscú de 1969 a 1980 (su compatriota Lidia Alexeyeva fue seleccionadora femenina del país durante más de veinte años), Dan Peterson lo hizo con el Olimpia Milano de 1978 a 1988, luego regresó hace un par de temporadas pero ya no era lo mismo, Mirko Novosel se encargó de la Cibona Zagreb de 1976 a 1988 y Giannis Ioannidis entrenó al Aris en la temporada 78-79 y volvió en 1982 para estar ocho años consecutivos. Habrá más casos. Muchos. El más reciente, el de Zeljko Obradovic, uno de los técnicos, si no es el que más, laureados de Europa, que entrenó al Panathinaikos desde 1999 hasta el año pasado.
Para terminar con mis ejemplos europeos en el baloncesto, habría que hablar del Maccabi de Tel Aviv israelí que actualmente entrena David Blatt. De 1975 a 2010, digamos que la época moderna del club, y paramos en 2010 porque desde entonces entrena David Blatt, quien, precisamente, empezó de ayudante de uno de nuestros protagonistas en el Hapoel Galil Elyon, entre tres entrenadores se han repartido 26 de esos 35 años. Ralph Klein, quien además fue jugador del mismo equipo durante 12 temporadas, entrenó al club macabeo de 1975 a 1983 y de 1987 a 1988. Zvi Sherf, un histórico, ha venido tantas veces como ha ido, y en todos esos años (del 83 al 84, del 86 al 87, del 88 al 92, del 95 al 97, y del 07 al 08) ha ganado 10 Ligas y 6 Copas de Israel. El tercero, que tuvo a David Blatt de ayudante en el Hapoel Galil Elyon, Pini Gershon, ha entrenado al club durante siete temporada en tres épocas distintas. 
Por cierto, hace solo un año, estos dos últimos entrenadores, Sherf y Gershon, protagonizaron el momento televisivo y baloncestístico del año en Israel, al terminar públicamente con sus diferencias, que arrastraban desde 1994, año en el que unas declaraciones de Pini Gershon, entrenador por entonces de la selección israelí junior, criticando el juego de la absoluta, que entrenaba Zvi Sherf dieron comienzo al enfrentamiento entre dos de los protagonistas principales de la historia moderna del baloncesto israelí.

Al otro lado del charco, ya sea en la liga profesional o en la universitaria, hay ejemplos para superar estos últimos y hasta para superar a Alex Ferguson. 
Empezando por los profesionales, alguno de ellos son bastante modernos: quién se olvida de los nueve años de éxitos de Phil Jackson en los Chicago Bulls; los mismos que Pat Riley dirigió a Los Ángeles Lakers, con los que tampoco se cansó de ganar; y los mismos que se tiró el malogrado Chuck Daly dirigiendo a otro equipo campeón, los Detroit Pistons, o casi los mismos que lleva un ex del Real Madrid, George Karl, entrenando a los Denver Nuggets, y aún puede sumar más, después de conseguir este año el título de mejor entrenador de la liga.
Hay quien los supera, nos remontemos en el tiempo hasta muy lejos, John MacLeod entrenó a los Phoenix Suns entre 1973 y 1987 y Don Nelson a los Milwaukee Bucks entre 1976 y 1987, o hasta más cerca, Jerry Sloan fue el jefe del baloncesto en Salt Lake City desde 1988 hasta 2011, sin conseguir ganar un título para los históricos Utah Jazz que encabezaban John Stockton y Karl Malone. Ahora mismo, hay un ejemplo que aspiraba a superarlo: George Popovich lleva entrenando con su cara de profesor de matemáticas cabreado, desde 1996. Ahora ahí anda, disputándole las semifinales a los Golden State Warriors de Stephen Curry. Por supuesto, el caso más rentable es el del histórico fumador de puros Red Auerbach, que consiguió16 títulos en 29 años trabajando en los Celtics de Boston, donde fue entrenador, general manager y presidente (de 1950 a 1966 fue el entrenador principial).
Supongo que cualquier buen aficionado al baloncesto habrá sospechado desde el principio que los mejores ejemplos se encuentran en el baloncesto universitario americano, donde los ejemplos de entrenadores comprometidos con los programas deportivos de algunas universidades, se repiten en el tiempo.
Algunos llegan hasta el tiempo presente: Jim Boenheim lleva entrenando a Syracuse desde 1976. Es decir, nací yo, él firmó, yo sigo aquí, y él sigue en su puesto. Desde 1980, yo felizmente cumplía cuatro añitos, entrena Mike Krzyzewski a Duke. Desde 1986, soplaba yo diez velas aquel año, lo hace Jim Calhoun para Connecticut. Otro ejemplo sería el de Roy Williams, pero en dos universidades distintas: de 1988 a 2003, le fue fiel a Kansas, desde 2003, le es fiel a North Carolina.
Otros entrenadores históricos del baloncesto universitario americano han convertido esta tendencia en algo natural. Bobby Knight entrenó a Indiana desde la temporada 1971-1972 hasta la 1999-2000. Dean Smith, otro histórico, North Carolina, estuvo de 1961 a 1997; Henry Iba se repartió entre Oklahoma A&M, donde estuvo de 1934 a 1957 y Oklahoma State, donde duró de 1957 a 1970. Lou Carnesecca entrenó a St. John's desde 1973 a 1992 y John Wooden, ya hemos hablado de él en este blog, entrenó a UCLA desde 1948 hasta 1975, ganando, mientras tanto, 10 campeonatos de la NCAA.
Un caso paradigmático, y con esto ya termino, sería el de Bob Hurley Sr., el padre de Bobby Hurley, estrella universitaria con Duke, retirado muy joven por problemas físicos. Su padre lleva entrenando al mismo instituto, el de St. Anthony, desde 1972. 41 años consecutivos. Ahí es nada. No creo que yo llegue a cotizar tanto a la Seguridad Social. 41 años en los que dejó para la historia el que muchos llaman el mejor equipo de la historia de New Jersey, el de 1989, que lideraba precisamente su hijo, junto con otros compañeros que llegarían a profesionales, aunque sin mucho éxito, como Terry Dehere (Clippers, Kings, Grizzlies y Alba Berlín) y Roderick Rhodes (Rockets, Grizzlies, Mavericks, Dafni Atenas). En dos temporadas, consiguieron 50 victorias consecutivas. Poco le falta para que él repita la misma cifra pero en años ocupando el mismo puesto de trabajo. 

Así que no por no ser única deja de ser sorprendente la carrera de Alex Ferguson. Y dramática las consecuencias para su equipo. No quiero poner precisamente melodramático, pero cuando llega alguien nuevo a donde durante 26 años se ha hecho prácticamente lo mismo, digo yo que el cambio tiene que ser dramático. O quizás, no. Quizás llegue David Moyes y todo siga igual. Lo que queda claro es que, una vez más, aunque no haya sido el único ni el que más, Alex Ferguson sí que parece más special one, que cualquiera de los dos que señalaba Karl Heinz Rummenigge, otro ejemplo de lealtad, por cierto, diez años como jugador en el mismo club del que, desde 1990, pertenece a la jerarquía dirigente.


jueves, 2 de mayo de 2013

Juan Antonio Morales



... Abrisketa. Nacido en Bilbao en 1969. Nunca jugó en ningún equipo profesional de su ciudad. Salió de la cantera del colegio bilbaíno de San Ignacio de Loyola para marchar pronto a Badalona y comenzar su carrera en la cantera del Joventut. 8 temporadas en el Joventut (primero RAM, luego Montigalá, luego Marbella, finalmente 7Up). Un par de temporadas en el Real Madrid antes de emigrar a Grecia para jugar en el PAOK de Salónica, regresa a la ACB para jugar en el TAU Cerámica una temporada y vuelve a marchar a Grecia para jugar un año en el Panionios, volver al siguiente al PAOK de Salónica y acabar con un contrato temporal en el Vip Rimini de la liga italiana. Internacional con España, con sus 2'12 (o 2'11, depende de la fuente), el bilbaíno se convirtió en una referencia de una nueva época de pivots altos en el baloncesto profesional español: los Ferrán Martínez, Santiago Aldama, Carles Ruf, Antonio Martín...
   Durante la pasada final de Charleroi que enfrentó al Bilbao Basket con el Lokomotiv Kuban, Sergio Sánchez tuvo que atender a la prensa unos días antes de jugarla. Era el único jugador vizcaíno del partido. Su presencia en las rotaciones, sin embargo, es mínima. Ayuda en los entrenamientos, ocupa un puesto simbólico: es vasco, es vizcaíno, ¿es una especie en extinción?
Ahora mismo, en ACB, hay nueve jugadores vascos en las plantillas oficiales que se pueden repasar en acb.com. Algunos de ellos apenas cuentan con minutos, como el ya mencionado Sergio Sánchez, o los jóvenes guipuzcoanos del Lagun Aro GBC Julen Olaizola, ala-pívo de 20 y 2'02 y Mikel Motos, escolta de 20 años y 1'92, ambos de San Sebastián y quienes, al menos, aunque sea con pocos minutos en cancha, sí que han conseguido jugar unos cuantos partidos esta temporada. Menos ha jugado en el Laboral Kutxa el bilbaíno Unai Calbarro. Precisamente, este ala-pívto de 23 años y 2'05 metros de altura, sobrino, si no me equivoco, de un histórico del extinto Cajabilbao, Román Carbajo, estuvo en la órbita del Bilbao Basket, jugando en el filial con sede en Santurtzi, y precisamente ayer, durante el derby, disfrutó de algunos minutos. Nada, lo que se dice nada, ha jugado el jovencísimo, y última promesa de la cantera estudiantil, Darío Brizuela, de 18 años y 1'92 metros de altura. Un base donostiarra que, eso sí, ya ha entrenado a las órdenes de Txus Bidorreta en varias ocasiones. Con todo eso, solo nos quedan los veteranos, cuatro supervivientes que aún cuentan con roles muy importantes en sus equipos, dos bases y dos escoltas. Por un lado, el bilbaíno Javi Salgado, quien, a sus 32 años, sigue rompiendo récords en el Lagun Aro GBC y Ricardo Uriz, quien fuera compañero del bilbaíno, un pamplonica (sí, me he permitido el lujo de contar a los navarros para que, por lo menos, haya un poco de chicha) que juega ahora en CB Canarias. Ambos son de la misma generación. Los escoltas son Jon Cortaberría, escolta donostiarra de 2'00 y 31 años ya, que juega en ACB para el Fuenlabrada después de salir de la cantera de aquel histórico Siglo XXI País Vasco y del Unicaja de Málaga, y José Miguel "Txemi" Urtasun, ya sin la compañía de su hermano en ACB. El pamplonica, que también salió del Siglo XXI, juega ahora para el Unicaja de Málaga.
En LEB Oro, la segunda categoría del baloncesto nacional, son menos aún. Hay un par de navarros jugando en el Planasa Navarra. Iñaki Sanz, de 28 años y 1'90, natural de Pamplona y sobrino del gran delantero de la Real Sociedad Satrustegi, llegó a jugar algún partido con un contrato temporal en el Blu:sens de la ACB. El otro es Iñaki Narros, 32 años, 1'94, natural de Pamplona, y una pieza fundamental del equipo que dirige Ángel González Jareño. Hay un tercer navarro, Mikel Uriz, quien también pasó por la red del Bilbao Basket, un menudo pero habilidoso base de 23 años que ha jugado esta temporada para el Knet Clavijo riojano. He apuntado en la lista a Jesús Castro Romani, escolta del Melilla y de 30 años y 1'91, porque nació en Eibar, pero creo que fue casualidad. Castro es de El Ferrol, donde creció y comenzó a jugar al baloncesto. Un veterano de las categorías inferiores del baloncesto nacional, el durangués Sergio Alonso, un base de 1'80 y 32 años, juega ahora en el Leyma Natura de A Coruña, y, precisamente ahí, juega una de las viejas promesas del baloncesto vasco, el vitoriano Asier García Zengotitabengoa, con experiencia ACB en el Bilbao Basket quien, a sus 25 años, no pierde la esperanza de regresar a la máxima competición. El último sería todo un veterano, también con experiencia en ACB, Urko Otegi. A sus 31 años, el ala-pivot donostiarra juega ahora en el Palencia de LEB Oro.
Poco, ¿no? O solo me lo parece a mí. Hace poco entrevistaban en algún sitio a Jon Txakartegi, entrenador donostiarra que se pasara al masculino después de que Manel Sánchez, histórico del Dyc Breogán, le substituyera en el Hondarribia femenino, y que ahora hace de segundo de Sito Alonso en el Lagun Aro GBC junto con otro donostiarra, Lolo Encinas. Txakartegi comentaba en la entrevista que era necesario fomentar la cantera vasca, aprovechar esta oportunidad histórica con tres equipos en la categoría más alta del baloncesto nacional. Precisamente entrenadores vascos, sí que no faltan en el baloncesto profesional español, ya sean principales o ayudantes: Txus Bidorreta, Pablo Laso, José Ángel Samaniego, Pablo Alonso, Iñigo Zorzano, David Gil, Jota Cuspinera, Rafa Pueyo, Ibon Navarro, Gonzalo García de Vitoria, Natxo Lezkano...
Todo aficionado al baloncesto en Bizkaia, y probablemente en toda Euskadi, incluso los que simplemente son aficionados al deporte o a leer la prensa deportiva mientras desayunan, se habrán hecho eco de la polémica ayuda económica con la que la Diputación vizcaína ha socorrido las sufridas arcas del Bilbao Basket. Durante unos días se oyeron comentarios apocalípticos por parte de los dirigentes del equipo bilbaíno, algo incomprensibles para ciertos aficionados, que acabaron surgiendo efecto. Con el proyecto reflotado, toca ahora aprovechar este último aliento económico para reforzar las bases y mirar al futuro con renovada energía, se pierdan finales o se ganen. Ésa es la sensación con la que se ha quedado todo el mundo. 
Poco después de ese rescate, Roberto Calvo, periodista del Deia que generalmente cubre la información del club, publica un interesante artículo bajo el título de "La hora del abrazo". En ese artículo, Roberto Calvo repasaba la situación deportiva del baloncesto en la provincia más allá del ámbito profesional y recogía una opinión que, aunque no con mucho ímpetu, sí que comparten algunos aficionados al baloncesto en la provincia, muchos de ellos, socios del club (decir ciertos, algunos, muchos, sé que pervierte un poco mi empeño por lo factual y por lo certero, pero es que tampoco es esto un artículo sesudo ni tengo yo todos los datos). Desde que la familia Arrinda comenzara con este club, el Bilbao Basket no ha estado precisamente bien relacionado con los clubes de cantera de la provincia, ni se ha fomentado, al menos con el requerido compromiso, una estructura que trabajara en favor de la cantera baloncestística autóctona. Como se dice en el artículo, es innegable que el crecimiento del Bilbao Basket ha traído aspectos muy positivos: ha habido una subida en el número de fichas federadas y hoy mismo el gremio de la hostelería vizcaína se felicitaba por el rescate del club y lo justificaban aludiendo a los ingresos económicos que produce el club indirectamente. 
Durante unos años, el Santurtzi fue club convenido y dio cobijo a jugadores como Asier García Zengotitabengoa, Tomas Hampl o Mikel Uriz que combinaban entrenamientos con la plantilla ACB y con el club de la villa. Otros como Unai Calbarro o el propio Sergio Sánchez también pasaron por allí. Ya no existe ese acuerdo y, cuando se clasifican para la Copa, el club se las ve y se las desea para seleccionar y organizar un equipo con los mejores jugadores vizcaínos para la Minicopa. 
Yo sé que suena quizás a estribillo de canción folclórica o a utopía tremendista pero defiendo la necesidad de que los clubes cuenten con una estructura deportiva que trabaje con la cantera y fomente la educación deportiva de todos aquellos jóvenes que persigan ese sueño, lo logren o no. No es empeñarse en tener jugadores autóctonos, es intentarlo, y si se quedan por el camino, que, al menos, hayan tenido una educación deportiva y sana. Esa estructura repercutiría en beneficio del equipo profesional y en el de la sociedad que lo acoge. Al menos, esa es mi opinión, y, al parecer, la de Roberto Calvo, o parecida. Su artículo, que os recomiendo leer si os interesa el tema, repasa algunos nombres de jugadores que, a día de hoy, intentan que esas listas de ahí arriba medren en los próximos años:  Unai Mendikote, Borja Mendía, Ander Pérez, Jon Manjón, Jon Zearreta, Imanol Artiñano, Jorge Bilbao, Jon Peña, Xabier Arriaga, Xabier Arroitajauregi, Xabi López Arostegi (en la cantera del Joventut) o Iker Andía (en la del Valencia)... Muchos de ellos aún no saben ni que tienen sueños sobre esto de jugar al baloncesto, estarán verdes, y hasta de un verde fosforescente, se quedarán por el camino, al principio, o casi al final, pero no estaría mal que alguien les diera la oportunidad de intentarlo sin tener que seguir un camino retorcido y más largo aún de lo que ya es en línea recta.
Y, creo que, con esto, decir que ya tenemos semifinales de Euroliga, que el Laboral Kutxa fue mucha labor para el Bilbao Basket ayer, que Kobe Bryant debería dejar los tweeters, Jason Collins, por supuesto, del que quizás hablaremos más adelante... y más y más, creo que voy a dejar el baloncesto por unos días, que ya llevamos bastantes entradas consecutivas y, además, anda por ahí uno intentando conseguir un balón de baloncesto para que hagamos el ridículo una mañana de fin de semana, así que igual es mejor que deje de escribir de ello y me ponga a entrenar, aunque sea con una bola de papel y la papelera, a tablero con la pared del estudio. Voy payá.