lunes, 7 de diciembre de 2015

Joseba Beloki



Mira, no me preguntes por qué. Pregúntame si quieres cómo, pero no por qué. Se me ocurrió hace unos días, creo que fue casualidad. Buscando una cosa, encontré otra y acabé por hacerme una pregunta: ¿cuáles han sido los cinco momentos más trágicos y crueles de la historia del ciclismo? Y como a la historia del ciclismo internacional no llego, decidí reducirlo al vasco, que es el que más he seguido de cerca, en la cuneta, y en la red, da igual. Tampoco, hay que tenerlo en cuenta, alcanzo a cubrir toda la historia del ciclismo vasco: no manejo con soltura los tiempos de Txomin Perurena y me falla la memoria cuando rememoro los de Miguel Indurain.
Así que, no intentéis juzgar esta lista con objetividad ni lógica. Sí, son cinco; sí, pretendo cubrir un razonamiento y responder a una pregunta, pero comprended que la capacidad y el rango del escritor no da para mucho y es un tanto estrecho mi radar y un poco turbio mi criterio. Así que, estos son los cinco momentos más trágicos (no lo defino, lo dejamos abierto: caídas, desvanecimientos, errores...) del ciclismo vasco que a mí se me han ocurrido. Había otros, pensé en el Abraham Olano del Giro de Italia y aquella Dauphinè Liberè que ganó Udo Bolts, en las caídas de Iñaki Gastón, el dedo de Mikel Zarrabeitia, los hermanos Otxoa... pero elijo estos. 




 Igor Antón

El bizkaitarra acaba de fichar o pronto lo va a hacer, dicen, por el Dimension Data sudafricano donde correrán, entre otros, Omar Fraile, Mark Cavendish o Serge Pauwels. Por lo tanto, el de Galdakao conseguiría un año más en la élite, después de que el Movistar le ayudara a continuar en el World Tour tras el finiquito que se firmó en Euskaltel-Euskadi. 
Igor Antón no podía fallar en esta categoría. Benito Urraburu, que de ciclismo sabe un rato más que yo, lo resumía así: "Igor Antón se está convirtiendo en una vida rota en la carretera, con un cuerpo lleno de cicatrices, cosido con cientos de puntos, en una carrera en la que le ha faltado un factor que es fundamental no sólo en el deporte, sino en la vida: suerte." Lo escribía después de que Egoi Martínez acabara en el hospital con una fractura de clavícula e Igor Antón, lo mismo, pero con el codo como un juguete roto. Era Septiembre del año 2010 y la vuelta estaba en juego. También era un déjà vu. En 2008, mismo mes, mismo puerto, Igor Antón se dejaba sus opciones de Vuelta al írsele la rueda en una curva de izquierdas. Se rompía el trocánter y la clavícula. Iba sexto, tenía 25 años y un equipo en forma detrás de él. Alberto Contador ganó en el Angliru y ganó la Vuelta, por delante de Levy Leipheimer (¡Levy Leipheimer!) y Carlos Sastre. Wouter Weylandt ganaría una etapa en aquella Vuelta a España y desgraciadamente fallecería tres años más tarde a consecuencia de una caída en el Passo del Bocco, durante el Giro de Italia. 
Dos años más tarde, como comentábamos, la desgracia se repetiría. El de Galdakao, llegaba al puerto maldito con la misma ilusión que dos años antes. Más ilusión si cabe. Egoi Martínez se encontró con algo en la carretera cuando escoltaba a su líder. Iban camino de Peña Cabarga, Antón vestía el maillot de líder y todo el mundo confiaba en que aquella era su Vuelta. Detrás del navarro, cayó el vizcaíno, y con él, cayeron todas las esperanzas de verlo en lo más alto cuando llegaran a Madrid. Las imágenes eran demoledoras. Lo fueron durante todo el día: Igor Antón ensangrentado, Igor Antón desorientado, el equipo en estado de shock. Todo al garate en un metro resbaladizo. No llegó a Peña Cabarga y lo aprovechó Joaquim Rodríguez, aunque el que realmente lo aprovecharía sería Vincenzo Nibali, vencedor final en Madrid. Antón ya había ganado dos etapas en aquella edición (Valdepeñas y Vallnord) y Mikel Nieve emergería como esperanza y consuelo del equipo ganando la etapa de Cotobello y haciendo décimo en la clasificación general final. Aún así, el golpe y el duelo fueron muy duros. Solo la victoria de etapa en Bilbao durante la Vuelta a España de 2011, rodeado de toda la afición y subiendo El Vivero entre vítores compensaron un poco tanto sufrimiento. 
Antón no volvió a ganar hasta este mismo año pasado. Y la vida es curiosa y retorcida hasta el extremo. Antón llegó vencedor a la línea de meta de Pola de Lena y se llevó la etapa y, a la postre, la general final de la Vuelta a Asturias. Lo que no se dice en este resumen, es que Antón salió a un ataque de David Belda en el Alto del Cordal y fue en el descenso donde los dos abrieron hueco y decidieron la vuelta. Pero hay más. Porque una vez más, Antón estuvo a punto de irse al suelo, pero sostuvo el equilibrio y el que no pudo hacerlo, esta vez, fue el alicantino Belda. Años después, El Cordal volvía a cruzarse en la carrera deportivo de Igor Antón y le guiñaba un ojo. 
Aún hoy en día, sigo pensando que aquella era su Vuelta a España. Creo que Antón se encontraba en un estado de forma que nunca ha vuelto a tener, ni tuvo antes. Y creo que era superior a sus rivales. Además, tenía un equipo convencido que le sostenía. Llegaba con 45 segundos sobre Nibali, 1:04 sobre el fallecido Xavier Tondo y 1:17 sobre Joaquim Rodríguez. Quedaba Peña Cabarga, Cotobello y Bola del Mundo para compensar 46 kilómetros contra el reloj en Peñafiel. Creo que podía haberlo logrado, pero éste es un ejercicio un tanto inútil. 
Antón no se va a retirar, parece. El Dimension Data de Douglas Ryder parece que le dará una nueva oportunidad. De todas formas, si lo hiciera ahora, se retiraría con un palmarés que incluye cuatro etapas en la Vuelta a España y una en el Giro de Italia. 8º y 9º en la clasificación general de la Vuelta a España han sido sus mejores puestos finales en etapas de tres semanas. Puede que si El Cordal no se hubiera puesto en su camino, esas plazas habrían sido mejoradas. Pero quién sabe.  




Juan Tomás Martínez

Yo soy de Barakaldo. Hace un par de años me regalaron una Orbea de montaña y me la compraron en deportes Juanto. Mi suegro le soltó al bueno del Volcán de Barakaldo, "éste seguro que se acuerda de tí" y el de Gorostiza sonreía incómodo. "Claro," le digo, "ganaste una etapa en la Vuelta a los Valles Mineros, pero sobre todo te recuerdo en el Giro de Italia con Ramontxu González Arrieta". Se le encendieron los ojos. Y yo me animé demasiado: "... aunque también me acuerdo de aquella cadena en Covadonga." Se le apagaron. Dijo que sí con la cabeza y la agachó. Después me explicó lo de la garantía del cuadro. 
En resumen, no podía faltar mi vecino. Empezó con Miguel Moreno (Hueso, Zahor, Lotus) y pasó por Portugal (Sicasal) antes de incorporarse al reluciente Euskadi. Sí, solo ganó una etapa en una carrera que ya no existe, la Vuelta a los Valles Mineros, pero, a finales de los ochenta y principios de los noventa, su menudo perfil sobre la bicicleta se dejó ver cada vez que las rampas aparecían en el Giro o en la Vuelta. Hizo entre los veinte primeros en Italia en tres años distintos (16º en 1988, 19º en 1991 y 15º en 1992) y dos veces en la Vuelta (16º en 1985 y 14º en 1987). En total, correría 12 grandes Vueltas entre Giro y Vuelta y las terminaría todas, quedando siempre entre los sesenta primeros. No es mal palmarés para alguien de El Regato, ¿verdad?
Aquel 10 de Mayo de 1994, la Vuelta a España llegaba a una cima mítica, los Lagos de Covadonga, y la niebla hacía acto de presencia. Tony Rominger era líder y acabaría siendo el vencedor final por delante de Mikel Zarrabeitia. Se formaba una escapada en la que se colaba Laurent Jalabert, quien ya llevaba cinco etapas, acabaría ganando ésta, y sumando la última en Madrid, para un total de siete. Junto al francés, gente como Michel Lafis, Johnny Weltz, Néstor Mora, Asiate Saitov, Roberto Torres, Fabio Roscioli, Jean-Claude Bagot, Ramón García España, Arunas Cepele, Carlos Galarreta... y Juan Tomás Martínez. El Regatillo tenía rivales, pero, probablemente, él era el escalador más puro de todo el grupo. Uno de esos corredores que segregaba saliva al ver el porcentaje. Y lo sabía. En la retrasmisión de la televisión, cuando, a falta de veinticinco kilómetros, enfocan a la cabeza de carrera, se le ve dando un relevo con los mofletes hinchados, con rabia. Sabía que podía ser su gran oportunidad. En una de las rampas más duras, sin embargo, la cadena le jugó una mala pasada. A Juanto le costó mucho volverla a poner y más arrancar con tanto porcentaje. Imposible fue ya remontar y recuperar lo que una avería técnica le había arrebatado. 
Juan Tomás Martínez tenía 32 años y encaraba el final de su carrera. Repetiría un año más en aquella Fundación Euskadi iniciática (la de Iñigo Cuesta, Agustín Sagasti y Roberto Laiseka), pero se retiraría al final de la segunda, sin volver a tener una oportunidad como aquella que tuvo al final de su carrera. 




Egoi Martínez

El de Etxarri-Aranatz no entra aquí por lo de El Cordal, que podría, ni por ninguna otra caída, ni avería técnica, ni desfallecimiento inesperado. La tragedia que le ha llevado hasta aquí es otra. Quizás hasta relativa. Pero parte de este deporte, al fin y al cabo. Ganador de etapa en la Vuelta (y de la Montaña y 12º en la general en el mismo año) con el Discovery Channel, el resto de su carrera se la pasó en Euskaltel-Euskadi, demostrando que era un gregario de lujo y un corredor de fondo. Disputó 18 grandes Vueltas (su mejor puesto fue un 9º en la Vuelta a España 2008, la misma del primer Cordal, sí), dejando muestras de su capacidad para trabajar en equipo y para filtrarse en escapadas, aunque nunca consiguió rematar ninguna. Eso sí, estuvo cerca. Y una de las que más cerca tuvo fue la que le birló Simon Gerrans en Prato Nevoso en 2008. Fue la etapa en la que Carlos Sastre cimentaría su victoria final. Franck Schleck saldría líder de allí, tras perder el amarillo Cadel Evans, pero Sastre y Bernhard Kohl serían los más beneficiados de aquella etapa. El abulense conseguiría el liderato en Alpe d'Huez, y la victoria parcial, y ya ni el australiano Evans ni el austriaco Bernhard Kohl (después descalificado) le arrebatarían la victoria final. Pero aquel día en el Piamonte, llegó una escapada. Durante toda la misma, a Egoi Martínez se le vio pletórico. En los últimos cuatro kilómetros, él, Danny Pate y el australiano Simon Gerrans se quedaban en cabeza. Pate y Egoi eran los más belicosos. Gerrans se dedicaba a aguantar y a decir que no con la cabeza. Sin embargo, el del Credit Agricole acabaría por llevarse la victoria parcial aprovechando su punta de velocidad y todo el teatro que hizo antes. Al finalizar la etapa, la tristeza del navarro era palpable. Confesaba que se había confiado, que había creído en todo lo que Simon Gerrans le había ido diciendo en carrera: que estaba agotado, que no le disputaría la victoria. Gerrans, por supuesto, lo niega. 
Ya escribí una entrada sobre esto en otra ocasión. Intenté informarme, leer y llegar a conclusiones aunque aún e informándome y leyendo no me veía capaz del todo. Egoi no está aquí por haber sufrido una caída o una avería, como decía al principio, pero sí por experimentar otro tipo de estrategias que no me compete a mí juzgar. Lo que sí está claro es que aquella fue, probablemente, su gran oportunidad. 




Joseba Beloki

De los cinco mencionados, éste probablemente es el caso más famoso. Empieza a escribir en el google "beloki caida..." y ya verás como directamente te terminan la frase y te hacen la búsqueda. Era el Tour del centenario y las imágenes de Joseba Beloki gritando y llorando sobre el arcén mientras José Azevedo intentaba consolarlo no son de las que se olvidan fácil. En el montículo de La Rochette, un 14 de Julio, día de celebración nacional en Francia, cuando iban camino de Gap, Lance Armstrong cruzó el pastizal sobre su bicicleta pero Beloki acabó quebrado contra el suelo. El calor o una piedra, no sé si se concretó, hicieron que un tubular reventara y con él reventara las aspiraciones del vitoriano, más fuertes que nunca, de acabar con la hegemonía del norteamericano. Alexander Vinokourov se llevaría aquella etapa y Lance Armstrong la clasificación final (el premio quedaría desierto años después, como todos sabemos) por delante de Jan Ullrich y el propio Vinokourov. Fue el año en el que Haimar Zubeldia e Iban Mayo fueron 5º y 6º; el año en el que se llegó a Luz Ardiden desde Bagnères-de-Bigorre y yo estaba allí, en la cuneta, viendo aparecer al tejano a través de la niebla como un espectro irreal. Beloki, que había sido tercero en 2000 y 2001 y segundo en 2002, volvería al Tour en 2005 y acabaría en el puesto 75º. Su carrera, en parte, se quedó allí, en La Rochette. Las imágenes de aquel asfalto de barquillo, con Armstrong aterido sobre su bici y el gendarme de perfil pasaron a la historia. Aunque más lo hizo el llanto desgarrado del alavés sobre la carretera, que llegó, incluso, a convertirse en una figura de cera para el Museo del Ciclismo. 




Iban Mayo

Ya hemos mencionado al de Igorre en la anterior, porque, por supuesto, aquel 2003 fue su año en el Tour de Francia. 6º en la general final y vencedor en la histórica cima de Alpe d'Huez, ganó la Vuelta al País Vasco en un duelo memorable contra Samuel Sánchez, Tyler Hamilton y Dario Frigo (aún recuerdo las crónicas del Deia, ¿de Unai Larrea?, no me acuerdo muy bien del escritor) y despuntó en la Dauphinè Liberè, la misma carrera que ganaría en 2004 reventando el reloj en la contrarreloj del Mont Ventoux, por delante de un Lance Armstrong que, en aquella época, era un héroe casi imbatible. Sin embargo, todo lo que disfrutamos en aquel 2003, se vino abajo en 2004. La lucha épica de Haimar Zubeldia (por cierto, de los cinco primeros de aquel Tour, Zubeldia es el único que nunca ha dado positivo: Armstrong, Ulrich, Vinokourov y Hamilton quedaron por delante de él) e Iban Mayo en las cimas alpinas y pirenaicas, luchando por aguantar la rueda de Armstrong y Ulrich, trajeron a la siguiente edición a muchos más aficionados vascos, si cabe, a las cunetas del Tour. En el de 2003, yo y mis amigos ya disfrutamos de lo que es pasar dos noches en la estación de esquí de Luz Ardiden, viendo amanecer por encima de las nubes y disfrutando del ambiente que arrastra esta prueba: discotecas a 2.500 metros de altura, txoznas improvisadas en cada curva, compañerismo y cercanía con los vecinos, roulottes con aromas mágicos, franceses jugando a la petanca en cualquier sitio, la rivalidad entre aficionados pegados al televisor de un bar abandonado...En 2004, todo se multiplicó. La expectación creció desmedida y todo el mundo quiso acercarse para ver de cerca lo que se presuponía como el regreso del ciclismo vasco a lo más alto. A Iban Mayo, sin embargo, le pudo el cuerpo, o la presión, o la realidad, o lo que fuera. De ser sexto pasó a abandonar. Una caída cerca del pavés, en Erre, Flandes, le hizo perder cuatro minutos con los favoritos. Era solo la tercera etapa. En la decimoquinta, decidió bajarse de la bicicleta: una monucleosis y sus piernas, dijeron que era suficiente. Magullado, tocado mentalmente. Ya había perdido tiempo en Plateau de Beille y se encontraba a más de cuarenta y cinco minutos del primero. Así que el equipo, al verle bajar a desayunar sin haberse recuperado, decidió que no se subiera a la bicicleta para la etapa entre Valreas y Villard de Lans. En 2005, se pasaría el año casi en blanco. En 2006, nueva decepción en el Tour, una faringitis, dijeron, y el episodio con la cámara por el que el equipo tuvo que pedir perdón. Mayo no renovaba y firmaba con el Saunier Duval-Prodir de Mauro Gianetti, Joxean Fernández "Matxin" y su amigo Sabino Angoitia. En julio de 2007 su equipo confirmaba que la UCI había acusado a Mayo de utilizar EPO y tras una larga disputa legal que incluyó irregularidades en el trámite de los laboratorios, absoluciones y recursos, el TAS confirmaba la sanción en 2008 y el corredor se retiraba con apenas 31 años. En el recuerdo, quedaban imágenes como su victoria en Briançon durante una Dauphinè Liberè, aquella Itzulia bajo la lluvia, la remontada en la Vuelta a Asturias de 2004 o la etapa en Comano Terme durante el Giro de Italia de 2007. Más las que ya hemos comentado aquí, y sin olvidar la primera semana del Tour, la mononucleosis, la faringitis, las muchas emboscadas que aguardan a un ciclista y que acaban, por sorpresa, con todas las aspiraciones. 


Lo dicho. No me preguntes por qué. Seguro que tenéis otras y mejores. Seguro que alguna de las que yo he elegido os parece que no entran ni sirven para responder a la pregunta que me hacía al principio, pero... Yo me inventé el juego y yo lo gano. No solo aceptamos barco como animal acuático, si no que, además, es un barco vasco y un animal salvaje. Que lo digo yo. 




Posdata: el título para Joseba Beloki, que no sé si lo he usado antes, pero, al fin y al cabo, es al único que lo inmortalizaron en cera, así que bien queda merecido el titular. Las fotografías las he cogido todas del buscador de imágenes de google, pero, al parecer, tienen orígenes distintos. A saber, la de Igor Antón y la de Egoi Martínez pertenecen a la web de El Mundo (elmundo.es). La de Iban Mayo proviene de la web pezcyclingnews.com. La de Joseba Beloki de otro periódico nacional, ABC, de la web abc.es. Y, finalmente, la de Juan Tomás Martínez, de la sección bizkaitarra de El Desmarque, bizkaia.eldesmarque.es. .

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