miércoles, 25 de octubre de 2017

Ángel Vicioso


Fuente: google images (original: web bicicleate.com)

Ya lo había anunciado hace tiempo, pero ha sucedido hace unos días, en el Tour de Guangxi, una prueba que se disputaba por primera vez en el calendario UCI. Ángel Vicioso se retira tras 19 temporadas como profesional. Era el corredor más veterano del pelotón junto a Haimar Zubeldia, del que ya hablamos aquí, y también se retira. Los dos se van siendo cuarentones, ya que ambos eran de Abril de 1977. Así como Zubeldia se iba con pocas victorias, el aragonés se va con 28, que no son pocas. Entre ellas, una etapa del Giro de Italia, la general final de la Vuelta a Asturias y de la Vuelta a La Rioja, etapas en estas y en otras pruebas de una semana importantes, como la desaparecida Euskal Bizikleta, la Vuelta al País Vasco, la Vuelta a Suiza, la Vuelta al Alentejo o la Volta a Catalunya y, también, victorias en pruebas de un día, con especial predilección por Euskadi, porque, además de ganar en Italia el GP Industria y Artigianato-Laciano, en las carreteras del norte se hizo con el GP de Llodio, la Klasika de Primavera, o, su favorita, ya que la ganó en tres ocasiones, el Gran Premio Miguel Indurain. Corrió 17 grandes, pruebas de tres semanas, y su mejor pueso fue un 50º en el Giro de Italia de 2002.
En aquellos primeros años en los que él empezaba, a finales de los años 90, en el pelotón español aún había algunos corredores aragoneses de alcurnia. Por ejemplo, el oscense Fernando Escartín, quien, para muchos, es el mejor corredor que ha dado la región. Pero también estaba en el pelotón el zaragozano David Cañada, quien ganaría la Volta a Catalunya, la Vuelta a Murcia y sería 18º en la general del Giro de 2004. Un buen gregario. José Miguel Elías, de Alforque, que nació el mismo año que Vicioso pero tendría una carrera más corta, llegaría a ganar una etapa en la Vuelta a Portugal con el Fuenlabrada. 
Con su retirada, Vicioso deja casi huérfano al pelotón profesional aragonés. Ahora, si no me confundo, solo queda un corredor de la zona, Jorge Arcas. Sin embargo, el desembarco ha llegado. El futuro del ciclismo español parece ir ligado al crecimiento del ciclismo en esta región. El año que viene, y a pesar de haber perdido a Vicioso, Arcas no estará solo. Tres vecinos le acompañarán en el pelotón profesional y uno, además, será compañero de equipos. Vamos a conocerlos, aprovechando la despedida a Vicioso, porque, y no hay que ser adivino o muy listo para sospecharlo, da la sensación de que en los próximos años hablaremos bastante de ellos. 

En el Movistar se van a reunir Jorge Arcas y Jaime Castrillo. Arcas, natural de Sabiñánigo y de 25 años, es un corredor formado en el Lizarte navarro, equipo que dirige en la categoría de amateur Juanjo Oroz, ex corredor de Euskaltel-Euskadi, y otro de los protagonistas de esta entrada. Arcas es un ciclista con planta, muy alto, que debutó hace un par de años, e incluso ha conocido la Vuelta este año. Ha conocido, además, lo dura que es, porque tuvo que abandonar. Arcas dicen que es un rodador sin miedo a algunas pendientes, las de media montaña, que pueden decidir una etapa o una clásica. Con él, el año que viene correrá Jaime Castrillo, otro producto del club pamplonica Lizarte (como, por cierto, Richard Carapaz, Antonio Pedrero, Héctor Carretero, Marc Soler o Andrey Amador, todos en Movistar ahora). Castrillo es de Jaca y del 96 y dicen los que entienden que está hecho para carreras de tres semanas, que tiene fondo más que explosividad y que es un chaval muy centrado, una esponja, uno de esos talentos que se ven venir de lejos. De hecho, ha venido destacando desde juveniles y ha aprovechado bien sus años en aficionados. El año que viene, en su debú, intentará ir acoplándose a la nueva categoría y, al menos, tendrá a su vecino para echarle un cable.

Fernando Barceló es quizás el nombre más mediático de la terna que se presta a tomar el relevo a los Cañada, Escartín o Vicioso. Lo es porque ha hecho ruido, y mucho, desde edad junior, presentándose como un candidato a acaparar la atención en el futuro del ciclismo estatal. En alguna publicación, llegaron incluso a hablar de él como de "el nuevo Contador", etiquetas que suelen ayudar menos de lo que parece. Barceló también aceptó el reto de salir de casa para mejorar y se vino a Euskadi, al amparo de la Fundación Euskadi. Es de Huesca y del 96 también. Fue stagiaire con Cofidis este año y corrió Vuelta a Burgos y Tour du Limousin. Sus resultados pueden pasar desapercibidos, pero a mí me parecen muy significativos: sobrio pero sólido. Acabó 36º en la general final de la Vuelta a Burgos que ganó Mikel Landa y 32º en la final de Limousin, prueba que ganó Alexis Vuillermoz. Hacer entre los cuarenta primeros en dos carreras de una semana como estas, para un aficionado, no está nada mal. Con lo que si se quedó la mayoría fue con su resultado en esta edición de la Vuelta a Asturias. Corrió con la Selección de España y acabó 3º en la etapa reina, la segunda, con final en el Alto del Acebo. Acabó a tan solo 31 segundos de Nairo Quintana y Raúl Alarcón, primero y segundo, a quienes intentó disputar la etapa. Es un corredor completo, pero todos lo son en aficionados. Aunque Barceló tiene datos para atestiguarlo, como su campeonato de España júnior en la categoría de contrarreloj. Pero le gusta la montaña. El año que viene debutará en profesionales. No lo hará en el UCI World Tour, como Castrillo, pero sí en la segunda categoría, la profesional continental. Correrá en el Murias-Taldea de Jon Odriozola, donde tendrá oportunidad de disputar buenas pruebas e incluso, probablemente, liderar al equipo en alguna de ellas. Será una buena oportunidad para crecer. La misma oportunidad que busca Sergio Samitier. Samitier es otro producto del Lizarte y su temporada con los navarros ha sido de las más destacadas en el pelotón amateur. Al fin y al cabo, ha quedado segundo en la Copa de España y ha sido el mejor sub 23. Por poner solo dos ejemplos de su clase y de cómo ha destacado en amateurs, en 2016, se hizo con la prestigiosa Subida a Gorla, una prueba que, entre otros, han ganado corredores como Julián Gorospe, Santi Blanco, Joaquim Rodríguez, Beñat Intxausti, Andrey Amador, Mikel Landa, Omar Fraile... En 2017, la que se llevó fue la Vuelta al Bidasoa, una de las pruebas por etapas más reconocidas de la categoría, donde han ganado, antes de pasar a profesionales, corredores como Txomin Perurena, Luis Ocaña, Scott Sunderland, Abraham Olano, Carlos Sastre, Unai Osa, David Herrero, Andrey Amador...  A pesar de ello, el de Barbastro, nacido en 1995, se quedó sin hueco en el Movistar por la reducción de la plantilla de Eusebio Unzué. Durante toda la temporada, ese parecía que iba a ser su destino, pero, a día de hoy, aún no ha firmado un contrato profesional. Los últimos rumores dan por hecho que firmará con el Euskadi Basque Country-Murias Taldea y debutará en profesionales junto a su vecino Fernando Barceló. No sería una mala opción para un Samitier que siempre se muestra ambicioso y confiado cuando habla de su futuro, ni mala tampoco para el propio equipo, que encontraría en él a un corredor maduro y con hambre, de los que pueden ganar desde ya, desde el principio de su carrera. Y es que Samitier es, como siempre, un corredor completo, pero, sobre todo, uno de esos que disputa, que sube hacia arriba pero que, cuando llega a la cima, tiene fuerzas para esprintar. En mayo de este año ganó la Klasika Santikutz, que se disputa en Legazpi, una prueba popular y con prestigio que han ganado gente como Txomin Perurena, Jesús Montoya, Joseba Beloki, Egoi Martínez... Al día siguiente, Iñaki Izquierdo abría su crónica en el Diario Vasco con unas palabras esclarecedoras de Juanjo Oroz: "Ojo con Samitier. Apunta este nombre. Se va a hablar mucho de él, en las mejores carreras" (Diario Vasco, 2 de Mayo de 2017). Aún no ha firmado, como decimos, pero esperemos que firme pronto, porque sería un buen añadido para el proyecto de Odriozola.

Se va Vicioso, el esprinter y llegador que devino en escolta de Joaquim Rodríguez, y con él uno de los últimos grandes corredores que ha dado una tierra de ciclismo como Aragón. Ahora, los Arcas, Barceló, Castrillo y Samitier intentarán tomarle el relevo. Intentarán, por ejemplo, emular a Carlos Hernández, nacido en Barcelona pero apodado "El Mañico" porque creció allí. Hernández fue quien, hace 27 años, se convirtió en el último aragonés en ganar en la Vuelta a España. Lo hizo en la estación de San Isidro. Y ya lo había hecho antes. En 1992, además, ganaría el maillot de la montaña. También fue dos veces campeón de España en ruta. Sin embargo, cuando alguien se pregunta quién ha sido el corredor más grande que ha dado Aragón, todos, sobre todo los aficionados de generaciones más recientes, pensamos en el escalador de Biescas, Fernando Escartín, hoy director técnico de la Vuelta, quien no consiguió emular a Hernández porque nunca ganó una etapa en la Vuelta. Eso sí, la ganó en el Tour de Francia y fue, además, pódium en una grande hasta en tres ocasiones: dos veces segundo en la Vuelta y una vez tercero en el Tour, todo entre 1997 y 1999. No pudo con Alex Zulle y Abraham Olano en la Vuelta ni con Lance Armstrong y Alex Zulle en el Tour, en uno de esos Tours de la ignominia que permanecen en el palmarés sin un ganador, solo con un segundo y un tercer clasificado. En el de 1999, el tercero fue Fernando Escartín, aquel corredor que te hacía encoger el corazón al hacer tan aparentes físicamente sus esfuerzos. 

Ahora, como decimos, le toca turno a los Barceló, Samitier, Arcas y Castrillo, todos vecinos en un puñado de kilómetros a la redonda, que aspiran a poner a Aragón en el mapa internacional del ciclismo profesional. Tendrán un aliciente más la próxima temporada. Lo tendrán tanto ellos como los aficionados: parece confirmarse que 2018 será el año del regreso de la Vuelta a Aragón. Una prueba que no se disputa desde 2005 y que ganaron, entre otros, Juan Carlos Domínguez, Stefano Garzelli, Melchor Mauri, Lucho Herrera o Pedro Delgado. Fernando Escartín la ganó en 1995, por delante de Aitor Garmendia y Laudelino Cubino. Carlos Hernández lo hizo en 1982, por delante del belga Eddy Vanhaerens y del holandés Jan Jonkers. Ahora, para ponerle la guinda al pastel, solo queda que Arcas, Barceló, Samitier o Castrillo la disputen y la ganen en este 2018. Pero tampoco hace falta ir tan rápido. Por ahora, y tras la retirada de Vicioso, es una alegría mañica que el próximo año estos cuatro talentos aragoneses se reúnan en el pelotón. Todos los aficionados, seamos de la región o no, creo que vamos a disfrutarlo. 

lunes, 23 de octubre de 2017

José Ignacio Garmendia

Fuente: buscador de imágenes de google (origen: cordópolis.es)


Nada original ni novedoso. Solo venimos a hablar de un vídeo. No del mío, si no del suyo. El vídeo ya ha sido emitido, se ve en youtube.com, lo han rulado por las redes etecé etecé. Así que nosotros no vamos a añadir nada nuevo, ni, probablemente, sorprender a nadie. Sin embargo, de alguna manera, nos apetecía que él quedara aquí archivado. Por afinidad, por sentimiento, por profundidad humana, queríamos que esta historia tuviera un hueco en nuestro blog, que cuando un día miremos para atrás, nos lo encontremos. A él, y a este pequeño reportaje, que, en un breve minutaje, resume muy bien por qué muchos, a pesar de los desengaños, el razonamiento, la reflexión y el sentido común, nos seguimos dejando apasionar por eso que llamamos fútbol y que tan desvirtuado y descarnado se encuentra hoy. Para todos aquellos que crecimos viendo fútbol sucio, manchado de barro, en el que los jugadores siempre parecían nuestros padres justo antes de regañarnos, para los que aprendimos a ver lo bello entre lo feo gracias a un balón, para los que seguimos pensando que la humildad es una virtud, que lo sencillo es bello, que no todo es cuento, que los yates no son buenos, que donde hay una gambeta, no solo hay un gambeteador, también un gambeteado, para los que añoramos algo pero seguimos yendo, estos cuatro minutos y medio significan mucho, aunque no sean nuestros colores, aunque nos quede muy lejos de casa. 
Esa última voz entrecortada, la mirada que cae, el peso en los hombros. El tráfico que pasa por el fondo, los árboles se mueven. Es un poema sin rima que describe a la perfección esa emoción que extraemos del fútbol porque lo vivimos, como vivimos el resto de las cosas que, puestas en fila, nos calculan la edad. 
El vídeo se titula "Garmendia y el fútbol que ya no es lo que fue" y fue emitido en el programa La Casa del Fútbol de Movistar Plus. El reportaje tiene como protagonista a José Ignacio Garmendia, portero de la Sociedad Deportiva Eibar durante 20 temporadas, de 1978 a 1998, diez de ellas en segunda división. Pasó de jugar en Regional Preferente a Segunda división. El Eibar era un equipo que había estado 28 años en tercera división, que llegó a jugar 14 play-offs de ascenso a Segunda B hasta conseguirlo en 1986; después se convertiría en un club histórico en Segunda A. Llegó a ser Trofeo Zamora de la Segunda división en 1992 y 1996. Marcó un gol de portería a portería en Segunda B, al Pontevedra, en 1988. Estuvo a las órdenes de técnicos con peso en la historia más humilde del fútbol vasco como Alfonso Barasoain, Mikel Etxarri, José María Arakistain o Periko Alonso. Dejó en el banquillo a multitud de compañeros. Uno, Javier Yubero, le dejó también a él como suplente. Esa fue su última temporada. Al año siguiente de su retirada, Aitor Iru y Jon Ander López se repartirían la portería de Ipurua. Pero ya se había convertido en un estandarte. En el símbolo de una forma de hacer fútbol y vivirlo. El que durante años representó el Eibar de los Oskar Artetxe, Bixente Oyarzabal, Iñigo Arriola o José María Luluaga. El que sufría pero se mantenía perpetuamente en la categoría de plata. El que hacía acopio de la cantera guipuzcoana y vasca para conseguir ese éxito: Aitor Arregi, Iker Sarriegi, Zigor Aranalde, Iñaki Aldalur, Jon Kortina, Igor Arenaza, Roberto Olaizola, Antonio Karmona... Y tantos y tantos otros. Fue compañero del actual entrenador del Leganés, Asier Garitano, y de Anel Karabeg, el único jugador extranjero con el que compartió vestuario, como él mismo explica en el vídeo. Un centrocampista bosnio que llegaría del Burgos y se marcharía al año siguiente para alargar su carrera en Croacia. 
Además de portero, también era carnicero. Ahora se dedica a eso, sigue regentando su carnicería en Villabona. Lejos del ruido, hundido en los recuerdos. Pero eso, lo cuenta él en el vídeo.





Posdata: y solo lo hago como curiosidad y a título personal. Por eso lo pongo después del vídeo. Entre los muchos compañeros que tuvo en todos esos años, para un socio o aficionado del Barakaldo Club de Fútbol, precisamente el caso de los perpretradores de este blog, Garmendia podría ser una fuente inmensa de recuerdos y anécdotas que tuvieran como protagonistas a muchos de los jugadores que, vistiendo de gualdinegro, no de azulgrana, aún guardamos en la memoria. Sin ir más lejos, Garmendia jugó en el Eibar con jugadores con peso en la historia del Barakaldo CF como: Javier Sa Pasarín "Jabo", José María San Sebastián "Donosti", Axier Intxaurraga, Pablo Zuloaga, Jon Zamarripa o José Félix Kali Garrido. Hubo más, sí.

domingo, 22 de octubre de 2017

Vasyl Kravets



Robert Prosinecki, Meho Kodro, Darko Kovacevic, Alen Peternac, Davor Suker, Robert Jarni, Miroslav Djukic, Predrag Mijatovic, Elvir Baljic, Faruk Hadzibegic, Predrag Spasic, Veljko Paunovic, Milinko Pantic, Savo Milosevic, Vladimir Gudelj, Mauro Ravnic, Elvir Bolic... El fútbol balcánico siempre tuvo un hueco en las ligas profesionales españoles. 

Generalmente, siempre se ha tirado más de países como Argentina o Brasil, pero no queda duda de que los países que formaban la desaparecida Yugoslavia también fueron un buen caladero para los equipos profesionales de la liga española. Aún quedan en primera unos cuantos, a día de hoy: los croatas Ivan Rakitic, Sime Vrsaljko, Luka Modric, Mateo Kovacic, Alen Halilovic; los serbios Nemanja Maksimovic, Darko Brasanac, Sasa Lukic, Marko Dimitrovic, Aleksandar Katai, Filip Manojlovic, Antonio Rukavina o Nemanja Radoja; el bosnio Ermedin Demirovic; el montenegrino Stefan Savic; el esloveno Jan Oblak; o el Macedonio Enis Bardhi. Son, además, jugadores, en buena medida, importantes. 

Lo que quizás sorprenda un poco más es que el número también es alto en la segunda división. El número de jugadores extranjeros en la segunda categoría del fútbol nacional ha ido en aumento, pero, casi siempre, se ha optado por los mercados que ya hemos mencionado anteriormente. Sin embargo, hoy en día, también encontramos muchos jugadores balcánicos en la llamada Liga 1/2/3. Ahí juega, por ejemplo, serbios como Rajko Brezancic, lateral izquierdo de 28 años, que llegó al Huesca desde Holanda; el delantero del Spórting de Gijón Stefan Scepovic, quien, a sus 27 años, ya ha jugado en equipos como la Sampdoria, el Brujas, el Celtic de Glasgow, el Partizan o el Getafe; Filip Malbasic, del Tenerife, un extremo de 25 años que también ha jugado en Alemania; en el Córdoba juegan hasta tres compatriotas, Igor Stefanovic, portero de 30 años, Sasa Markovic, centrocampista de 26 años y Sasa Jovanovic, también centrocampista, de 25 años; Dejan Lekic juega en el Reus a sus 32 años, y en España ya ha jugado en Osasuna, Girona, Eibar, Spórting o Mallorca. La segunda división también cuenta con un jugador de Montenegro, Ivan Kecojevic, 29 años, del Cádiz; un esloveno, Matej Pucko, del Oviedo, que tiene 24 años; y un macedonio, Stole Dimitrievski, portero de 24 años que juega en la Gimnástic de Tarragona. 

Normalmente, la liga ha mirado al fútbol europeo para incorporar, sobre todo, ha jugadores de los campeonatos que también tienen competiciones domésticas de alto nivel: Alemania, Francia, Italia, Inglaterra, Portugal, Holanda y/o Bélgica. Pero el número de jugadores de otros países europeos con menos tradición como extranjeros en España o con ligas de menor potencial también es alto. 
En primera división, encontramos, por ejemplo, a los daneses Simon Kjaer, Michael Krohn-Dehli, Riza Durmisi, Daniel Wass o Andrew Hjulsager; los rumanos Alin Tosca y Florian Andone; el eslovaca Stanislav Lobotka; el sueco John Guidetti; el polaco Przemyslaw Tyton; o los suizos Fabian Schär y Zdravko Kuzmanovic. También en segunda división nos encontramos a jugadores suizos, dos en el Zaragoza: Oliver Buff, de 25 años, y el más veterano, 29 años, Simone Grippo. También suecos, en este caso, uno, de 32 años, y cobrando del Lorca FC, Markus Holgersson. Y un polaco, Pawel Kieszek, de 33 años, que juega en el Córdoba. Otro jugador nacido en un país europeo con poco número de extranjeros en España, aunque de allí vino Ferenc Puskas, es el húngaro Patrick Hidi, que juega en el Oviedo y tiene 27 años. Por último, dos ucranianos y tres georgianos. De Ucrania, llegaron a la segunda división, el defensa del Lugo de 20 años Vasyl Ruslanovych Kravets, y el delantero del Albacete de 28 años Roman Vyacheslavovych Zozulya. Y de Georgia, todos con 22 años, Giorgi Papunashvili, del Zaragoza, Otar Kakabadze, del Gimnástic; y Giorgi Aburjania del Sevilla B. 

Si quieres que, después de hacer todo este recuento, llegue a alguna conclusión... Pues bueno, diremos que sigue la tendencia a buscar talento fuera de casa y, explotados ya algunos mercados, hay que buscar en otros que se abandonaron o en los nuevos. No sé si es una buena conclusión, pero bueno. 

Le damos el titular a Vasyl Ruslanovych Kravets porque, de todos los que hemos mencionado (viniendo de segunda división, vamos a fijarnos en los que menos visibilidad tienen) es el más joven. Kravets es una promesa del fútbol ucraniano que ha salido muy pronto de su país. Si mis datos son correctos, debutó con la selección de su país a muy temprana edad, después de pasar por otras categorías inferiores. Apenas jugó una quincena de partidos en el Karpaty Lviv y fue cedido al Lugo. Tiene 20 años, miedo 1'83 y llegó al Lugo en el mercado de invierno de la temporada pasada. No hay que confundirle con Artem Kravets, delantero de la misma nacionalidad pero con el que no sé si guarda parentesco, y que, la temporada pasada, jugó en el Granada cedido por el Dinamo de Kiev, a donde ha regresado este año. 





sábado, 21 de octubre de 2017

Jerry Stackhouse



Preparando mi anterior entrada sobre la NBA, me surgió, más que nada por curiosidad, la oportunidad de escribir esta otra. Seguimos con baloncesto norteamericano, y en la órbita de la NBA, pero en esta ocasión hablamos de la nueva D-League, la antigua liga de desarrollo, que ahora se llama ahora G-League. Creo que lo de la G la ha puesto Gatorade. 
Sin embargo, ha habido más cambios que los de la letra: equipos que han desaparecido y otros que nacen, por ejemplo. Ciudades nuevas y cosas así. El espíritu, o el objetivo principal, sigue siendo el mismo. Ya sabéis, 26 equipos que tienen acuerdos con los equipos NBA quienes los usan para mandar allí a los jugadores que no participan pero de los que pueden tirar en alguna ocasión. Algo así. 
Lo que me llevó a pensar en escribir una entrada fue, simplemente, la lista de primeros entrenadores jóvenes, ex-jugadores digamos de reciente carrera, de los que conoció mi generación jugando sobre el parqué, que estaban ahora en el banquillo, vestidos de traje. Porque no eran ni uno ni dos. Os lo digo

En los Raptors 905, por ejemplo, nos encontramos a Jerry Stackhouse. Si te gustaba el baloncesto a finales de los 90 y principios de este siglo, le conoces. Al fin y al cabo, fue uno de los muchos a los que se consideró "el nuevo Jordan". Tercero en el draft de 1995, dos veces All-Star, se retiró promediando casi 17 puntos por partido en su carrera deportiva. Fue el jugador que puso de moda las medias de compresión. Se retiró hace tan solo cuatro años, más o menos. El año pasado ganó el premio al mejor entrenador de la D-League. Nosotros le vamos a regalar el titular y la fotografía. Scott Roth (Iowa Wolves) tuvo una carrera deportiva en España y hace poco le vimos intentando comenzarla de entrenador también por aquí. Fue en Sevilla, pero la cosa no salió bien. Otro que jugó en la ACB fue Blake Ahearn. Tiene 33 años, jugó en la NBA, en la D-League, en España, Italia, China, Ucrania o Puerto Rico. Hace un par de años que se retiró y ahí está ahora entrenando a los Austin Spurs. Tyrone Ellis (Northern Arizona Suns), no jugó en la NBA, pero hizo carrera en Europa. Entre otros países, pasó por España, donde jugó en Girona, Sevilla, Estudiantes y Alicante. Después de varios años haciendo de ayudante, hace poco que le llegó la oportunidad de ser primer entrenador. Darrick Martin, entrenador actual de los Reno Bighorns, tuvo sus mejores años en los Clippers a finales de los 90, pero también jugó para los Wolves, los Grizzlies, los Kings, los Mavericks o los Raptors. Aaron Miles, además de jugar en Grecia, Rusia, Francia o la NBA, tuvo un breve paso por la ACB, en Sevilla, y ahora entrena a Santa Cruz Warriors. Por último, el que parece que también comienza carrera, quizás aspirando a emular algún día a la de su padre, es Coby Karl, entrenador de South Bay Lakers, y ex jugador, entre otros, de los propios Lakers, pero los de Los Ángeles, del Joventut o del Granada.
También en la nómina de ayudantes, nos encontramos a viejos conocidos del baloncesto más reciente. Por ejemplo, ex jugadores como Derrick Alston (Westchester Knicks), Melvin Ely (Canton Charge), Jannero Pargo (Windy City Bulls), Charlie Bell (Iowa Wolves), Joseph Blair y Cody Toppert (Río Grande Valley Vipers), Zendon Hamilton (Texas Legends) o Dion Glover (Grand Rapids Drive).

En cuanto a los jugadores, lo cierto es que las plantillas aún están incompletas. La mayoría de los equipos aún no han cerrado ni la mitad de sus listas. Hay algunos jugadores que, eso sí, parecen estar confirmados, y, entre ellos, encontramos a gente que han pasado por ACB. Algunos de ellos, ya los mencionamos en nuestra reciente entrada sobre la NBA, pero es algo normal cuando hablamos del caso D-League (perdón, G-League) y NBA, ya que los trasvases son habituales. Entre esos jugadores que parecen estar confirmados como miembros de equipos G-League, encontramos a ex-ACBs como Troy de Vries (Unicaja, Manresa), Jack Cooley (Unicaja), Charles García (Fuenlabrada), Reggie Williams (Caja Laboral), Boubacar Moungoro (Fuenlabrada), Omari Johnson (Valladolid), Derrick Byars (Sevilla), Dwight Buycks (Valencia) o John Holland (Sevilla).

viernes, 20 de octubre de 2017

Milos Teodosic



Ha empezado la NBA. Lo ha hecho, sobre todo, marcada por la lesión de Gordon Hayward. Lo ha hecho hablando de nuevo de la rivalidad Golden State Warriors-Cleveland Cavaliers, a la que muchos suman a los ambiciosos Celtics de Boston y a los Oklahoma City Thunders. Los movimientos de jugadores como Dwayne Wade, Dwight Howard, Kyrie Irving, el propio Gordon Hayward, Ricky Rubio, D'Angello Russell, Paul Millsap, Paul George, Carmelo Anthony, Derrick Rose o Chris Paul marcaron el verano. También la llegada de Lonzo Ball y hasta los traspasos del año que viene, porque todo el mundo ha hablado de que LeBron James puede ser la temporada que viene un Lakers.
En cuanto a los españoles en la NBA, este año serán nueve. Siguen en sus equipos Pau Gasol (Spurs), Juancho Hernangómez (Nuggets), Willy Hernangómez (Knicks), Marc Gasol (Grizzlies), Álex Abrines (Thunder), Nikola Mirotic (Bulls) y Serge Ibarra (Raptors). Han cambiado Ricky Rubio (Jazz) y José Manuel Calderón (Cavaliers).
Como siempre, tenéis mejores sitios para informaros sobre cómo han quedado las plantillas, cuáles son los pronósticos, qué expectativas tienen los jugadores y/o los equipos... Lo que sea. Es la NBA. Mueve dinero. Podéis encontrar lo qué queráis donde queráis.
Aquí, para estrenar la temporada, vamos a hacer otro estudio distinto. Vamos a echarle un vistazo a los movimientos Europa-Estados Unidos de este verano. Es el segundo periodo de mercado, si no me equivoco, con el tope salarial revisado y con el poder adquisitivo de los equipos mejorados. El año pasado ya emigraron jugadores como Tomas Satoransky, Mindaugas Kuzminskas o Sergio Rodríguez, por nombrar solo a tres, que hubo muchos más. Este año, mi sensación es que el camino ha sido en las dos direcciones. Aún así, Europa ha visto cómo emigraban varios jugadores importantes. Lo vamos a resumir aquí, aunque hay que tener en cuenta que se nos pueden colar algunos y que, además, en la última semana ha habido varios jugadores que se han encontrado con el contrato terminado en sus equipos NBA y alguno puede encontrar salida en Europa.

Vuelven a Europa

El Baskonia que administra Josean Querejeta ha recuperado para el baloncesto europeo (y para su equipo, que ya jugó en Gasteiz) al veterano Marcelinho Huertas (34 años), que llega desde Los Angeles Lakers tras dos años agridulces en la NBA. Con el ha llegado el argentino Patricio Garino, quien jugó, el año pasado, un puñado de partidos con los Orlando Magic. Y también el norteamericano Jordan McRae, ex de los Cavs, quien todavía no ha debutado.
Son nuevos en Europa jugadores norteamericanos como Thomas Robinson (5º en el draft de 2012), quien tras una carrera peor de lo esperado en la NBA, dejaba los Lakers este verano para probar en el Khimki ruso; Norris Cole, quien tras pasar varios años en Miami y luego fichar por los Pelicans y los Thunder, jugará en el Maccabi de Tel Aviv; Ryan Kelly, quien pasó de los Rockets a la ACB para jugar en el Betis; Chason Randle, último fichaje del Real Madrid que pertenecía a los Knicks; o Ray McCallum, que ha hecho el camino desde Charlotte hasta Málaga para jugar en el Unicaja, aunque había jugado más en la D-League que con los Hornets.
También han vuelto varios europeos. Para Sasha Vujacic no es la primera vez. Ya volvió para jugar en Turquía e Italia, y ahora vuelve a hacerlo. Dice adiós a los New York Knicks, donde ha tenido claros y oscuros, y, a sus 33 años, vuelve a Italia para jugar en el Torino. Sergio Rodríguez, que volvió a la NBA para buscar una segunda oportunidad con los Sixers, decidió volver este verano, atraído por una suntuosa oferta del CSKA de Moscú. También había jugado en la ACB Kevin Seraphin, aunque brevemente, en Baskonia. Ahora, el francés, regresa a España para jugar en el FC Barcelona, tras varios años haciéndose con un hueco en la NBA. Un veterano compatriota suyo, Boris Diaw, es otro que vuelve al viejo continente después de muchos años. El veterano ala-pívot francés (35 años) abandonaba la NBA tras 14 temporadas en la liga (en la última, con los Jazz, jugó 73 partidos siendo titular en 33, no está mal) y firmaba por el Levallois de su país. Ya regresó brevemente en 2011, si no me confundo, durante el lock-out.

Norteamericanos que van a la NBA

El base norteamericano Mike James aprovechó sus buenas temporadas en Baskonia para firmar un buen contrato con el Panathinaikos griego. Un año después, se marcha a su país y firma por los Phoenix Suns. Participó en la severa derrota ante los Portland Trail Blazers con la que los de Arizona abrieron tristemente su temporada. Apenas jugó diez minutos, pero los aprovechó: 12 puntos, 2 rebotes y 1 asistencia. Shane Larkin ha hecho lo mismo desde Vitoria pero sin pasar por Grecia. Llego al Baskonia desde los Nets y un año más tarde se vuelve a la NBA, pero a los Celtics.
Jamil Wilson, ha hecho una buena temporada en Italia y pasa del Torino a los Clippers. Eso sí, combinará la G-League (antigua D-League) con la NBA. Otros dos compatriotas han hecho el mismo camino desde Italia: Eric Griffin, desde Cantú hacia los Jazz y Julyan Stone, desde el Reyer Venezia hacia los Hornets. En el caso del primero, la verdad es que lo de Cantú es un poco relativo. Griffin firmó por los italianos, llegando desde Israel, del Hapoel Gilboa Galil pero dos semanas más tarde lo rompía para firmar por los Jazz. Julyan Stone, sin embargo, si jugó en Venecia. Lo hizo por segunda vez desde febrero hasta agosto de 2017. Después, firmó por los Hornets. 
Los Jazz han sido uno de los equipos que más ha utilizado esta vertiente del mercado. Además de firmar a Griffin, también han sumado a su plantilla a Royce O'Neale, quien llega desde el Gran Canaria, a Ekpe Udoh, uno de los mejores interiores en el viejo continente y una de las razones para hacer campeón de Europa al Fenerbahce de Zeljko Obradovic, y Nate Wolters. Este último, antigua estrella de South Dakota, ha aprovechado sus años en Europa, en Besiktas y Estrella Roja, para regresar a la NBA. Solo Udoh tuvo minutos en el primer partido de la temporada para los Jazz. 
Otros tres norteamericanos llegan a la NBA desde Alemania, se tratan de Darius Miller, que lo hace desde el Brose Baskets hasta los Pelicans; de Malcolm Miller, que cambia Alba Berlín por los Toronto Raptors; y de Jack Cooley, quien pasa de Ludwigsburg a los Sacramento Kings. Este último ya jugó en la NBA y, además, pasó por el Unicaja. El primero, Darius Miller, era un jugador con peso en Europa. Vuelve a la NBA para triunfar, igual que lo hizo en Kentucky, con quienes fue campeón de la NCAA en 2012. 
Brandon Paul, ex del Joventut, también vuelve a la NBA. Lo hace para ponerse a las órdenes de Gregg Popovych. Pasa del Efes Pilsen a los San Antonio Spurs. Vince Hunter también ha encontrado un contrato, esta vez con los Grizzlies, e intentará quedarse en la NBA tras no encontrar un hueco después de su carrera universitaria y tener que emigrar primero a Grecia, Panathinaikos, y Rusia, BC Avtodor Saratov, luego. Finalmente, tras convertirse en el anotador histórico de Kansas State, Jacob Pullen comenzó una carrera europea que le llevó por Italia, Israel, España (Barcelona y Sevilla), Croacia y finalmente Rusia. Del Khimki ha pasado directamente a la NBA y jugará en los Sixers. En Europa tuvo una carrera irregular, con momentos de brillantez absoluta (como los 12 triples en un partido que aún son el récord en la ACB), y en la NBA aún le queda camino para hacerse con un hueco. Tanto él como algunos de los otros que hemos mencionado aquí, los Malcolm Miller, Eric Griffin, Jamil Wilson... se pasarán gran parte de la temporada, si no toda, en la G-League. 
Por cierto, no es norteamericano, es canadiense, pero Khem Birch, deja Olympiakos para firmar con los Orlando Magic. La temporada pasada, este ex de Pittsburgh y UNLV, llegó a Grecia desde Turquía e hizo un año aceptable (7.3 puntos 5.6 rebotes por partido en Euroliga). 

Europeos que van a la NBA

Probablemente, el emigrante más reconocido de todos es Milos Teodosic. El ex base de Olympiakos y del CSKA ha decidido, a sus 30 años, probar al otro lado del Atlántico. Lo hace en unos Clippers donde toma el puesto de Chris Paul. Ha hecho una buena pretemporada y empezó de titular ayer en la victoria ante Los Ángeles Lakers. Le vamos a dar el titular y la fotografía a él, hayamos utilizado ya su nombre o no. Teodosic sigue esa corriente distinta a la habitual, la de jugadores como Antoine Rigaudeau, Arvydas Sabonis o Juan Carlos Navarro. Europeos que se marchan a la NBA con una dilatada carrera por detrás, con más bagaje, con más posibles. 
El resto de los movimientos europeos hacia la NBA han llegado de Francia, Alemania y Turquía. Desde este último, han emigrado a la NBA dos de las promesas más importantes de su baloncesto, Furkan Korkmaz y Cedi Osman. El primero dejó el Banvit y firmó por los Sixers. El segundo salió de Anadolu Efes y jugará para los Cleveland Cavaliers. También desde Turquía, llega a la NBA uno de los jugadores más determinantes en Europa, actual campeón de la Euroliga con el Fenerbahce, equipo al que deja atrás para firmar con los Sacramento Kings. Hablamos, por supuesto, de Bogdan Bogdanovic. Ninguno de los tres ha debutado en el primer partido. Desde Alemania llegan a la NBA Maxi Kleber y Daniel Theis. El primero, ex del Río Natura Mombús en la ACB, dejó en verano el Bayern de Munich para firmar por los Dallas Mavericks. Espera crecer con la ayuda de su compatriota Dirk Nowitzki, pero, en el primer partido, se quedó todo el rato sentado en el banquillo. Igual que Daniel Theis, quien dejó el Bamberg para irse a los Celtics, y en el partido inaugural ante los Cavaliers no disfrutó de un solo segundo sobre la pista. Finalmente, desde Francia, llegan Frank Ntilikina a los Knicks y Yakuba Outtara a los Nets. El segundo llega desde el Mónaco de la liga francesa pero muy probablemente pase gran parte de la temporada en la G-League. El primero, Ntilikina llega a la NBA vía draft desde el Strasbourg de su país. En el draft, ocupó el 8º puesto en la primera ronda. Debutó y jugó 7 minutos (consiguió una asistencia) en el primer partido, consumado con una contundente derrota, ante los Oklahoma City Thunder. 

Los que se van a China

Por último, y con curiosidad, digamos que también son varios los jugadores que cambian la NBA por el dinero que les ofrecen en la potente liga china. Algunos también vuelven. Hasta Stephon Marbury decía que iba a volver. No sé qué pasará con algunos de los jugadores que se vieron cortados muy al final de la pretemporada. Pero, por ahora, Ty Lawson, de los Kings, Brandon Bass, de los Clippers, Luis Scola, de los Nets, y Christian Wood, de los Hornets, hasta donde yo sé, decidieron seguir con sus carreras en Asia. 


Como he dicho al principio, seguro que se me cuela alguno y, una vez más, hay incógnitas, propiciadas por los cortes de hace una semana, que aún quedan pendientes de resolverse. De todas formas, estas listas nos dan una idea general del movimiento entre continentes. 




martes, 3 de octubre de 2017

Tom Boonen



Como ocurre todos los años, porque ninguno es diferente, son muchos los corredores que este año pondrán fin a su carrera deportiva, y, sin duda, a algunos de ellos les echaremos mucho de menos. Uno de esos corredores que se retira, a los 37 años (los hará el próximo 15 de Octubre), es uno de los corredores más importantes que ha dado el pelotón ciclista en los primeros años del siglo XXI. 

Un belga de Mol, de 1,93 de altura, que llegó a convertirse en héroe en su país. Sí, por supuesto, hablamos de Tom Boonen

Boonen debutó con el US Postal, pero su carrera la ha hecho al abrigo de los proyectos de Patrick Lefevere y Wilfred Peeters. Dirá adiós con una buena ristra de récords, aunque alguno de estos los comparta con otros corredores, algunos de ellos históricos, igual que él, como Roger de Vlaemick, Mario Cipollini, Fabian Cancellara o Johan Musseeuw. Por ejemplo, es el corredor que más veces ha ganado clásicas como el E3 Harelbeke, Gante-Wevelgem o París-Roubaix. De hecho, es el séptimo corredor con más monumentos (Tour de Flandes, Milán-San Remo, París-Roubaix, Lieja-Bastogne-Lieja y Giro de Lombardía). Está empatado a siete con Fabian Cancellara y Gino Bartali. Por encima, solo quedan corredores de la calidad de Rick Van Looy (8), Constante Girardengo, Fausto Coppi y Sean Kelly (9), Roger de Vlaeminck (11) o el inalcanzable Eddy Merckx (19). Tom Boonen es, sin duda, el clasicómano de principios del siglo XXI. Junto con el suizo Cancellara, por supuesto, y algún otro que quizás no haya sabido ganar tanto como él pero lo ha luchado con igual fuerza y carácter.

Pero sus victorias en las clásicas, sobre todo en la dolorosa y exigente París-Roubaix y en su querido Tour de Flandes, se completan, por ejemplo, con un mundial de ruta (el que le arrebató a Alejandro Valverde y Anthony Geslin en 2005 en Madrid), y con un tercer puesto y medalla de bronce en la misma competición pero en 2016 (por detrás de Peter Sagan y Mark Cavendish). Ha ganado otras clásicas importantes, como la Scheldeprijs (dos veces), la Kuurne-Bruselas-Kuurne (tres veces), la Clásica de Bruselas, la A Través de Flandes, Veenendaal-Veenendaal, la París-Bruselas o el Memorial Rick Van Steenbergen. Su prueba fetiche en el calendario internacional era el Tour de Qatar, donde ganó cuatro generales y 22 etapas. Fue una de las pocas generales que ganó en su carrera, además de la Vuelta a Bélgica de 2005, que se llevó por delante de Bert Roesems y Linas Balciunas. En esta prueba, a lo largo de su carrera, por cierto, ganó hasta once etapas. También ganó etapas en Tour de Francia, seis en total (y un maillot verde de la regularidad) y dos en la Vuelta a España. Para ponerle la guinda, también fue dos veces campeón de Bélgica en ruta. 

No es un palmarés al alcance de muchos. Fueron los adoquines de Koppenberg y la brecha de Arenberg, sin embargo, las que le convirtieron en ídolo en su país. Su foto, junto a la de Eddy Merckx, se veía en las panaderías. En un país donde el Tour de Flandes es casi una fiesta nacional, Boonen alcanzó grandes cotas de reconocimiento, admiración y respeto por parte de una afición que venera lo mismo el triunfo que el esfuerzo. Por eso, quizás, sus errores y su vulnerabilidad, su humanidad errónea y equivocada no han hecho resentir el peso con el que pasará a la historia del ciclismo, aunque quede siempre la marca. Su primer positivo fue en 2008, por cocaína. El segundo, en abril de 2009, por el abuso de la misma sustancia. Ambos positivos ocurrieron fuera de competición. Tras el segundo, Boonen confesó problemas con el alcohol y una depresión. Sí pagó un precio, por supuesto, pasó de ser el ídolo guapo que salía en la televisión, en los pósters, en la prensa del corazón, a ser visto con reparo, a caer del altar. En una entrevista allá por 2009, se arrepentía pero reconocía sus errores: "Últimamente, mi nombre ha aparecido en las noticias de modo negativo. Me doy cuenta de que he dañado a mi familia, mis amigos, mi equipo y mis seguidores. Quiero pedir perdón por ello. Pero no soy perfecto. Aceptaré las consecuencias. A pesar de todo lo que se ha escrito, sea cierto o no, no estoy aquí para defender mi conducta." 

Los recuerdos ciclistas de 2017 siempre irán acompañados de un espacio para rememorar su retirada. La Scheldeprijs cambió el recorrido para que pasara por la puerta de su casa en Mol. En la París-Roubaix fue el foco de atención: era el último. Acabó 13º, en el grupo que llegó a 12 segundos del que ganó el sprint de los más listos, Greg Van Avermaet. Boonen concedió una entrevista a Eurosport en aquellos días, repasaba su memoria sentimental en las pruebas que han marcado su carrera y la historia ciclista de su país. Se convirtió en un personaje que trascendió lo deportivo, que ofreció los claros y oscuros que acompañan a cualquier historia personal de cualquier persona, los que ganan, los que pierden, los que les vemos ganar y perder, los que escribimos sobre sus victorias y derrotas. Dice adiós y vendrán otros detrás de él. Ya no es "Dios", como le llegaron a llamar, pero quizás nunca lo fue. Lo que sí fue, y durante mucho tiempo, es un gran corredor que amaestró el pavés con sus pedaladas de fuerza.